lunes, 23 de septiembre de 2013

Capítulo 8, primera parte

CAPÍTULO 8, PRIMERA PARTE
Estaba tumbada en mi cama. La luz solar se deslizaba suavemente por una rendija de mi ventana, dándole cierta luminosidad a mi habitación.
Tenía la cabeza apoyada en mis manos, mientras enrollaba mis piernas alrededor de las sábanas con nerviosismo.
Entonces escuché unas voces desde el pasillo, parecían estar discutiendo, aunque mis oídos no podían llegar a captar lo que decían.
Tocaron suavemente a mi puerta. Suspiré. No me apetecía para nada levantarme. Estaba despeinada y me había puesto el camisón que usaba de pijama a pesar de que era de día.
Tocaron de nuevo, con insistencia. Finalmente decidí levantarme a abrir, ya que tenía la impresión de que no se irían hasta que lo hiciera. Me levanté y me encaminé con paso de zombie hacia la puerta.
Podía imaginarme quienes podían ser sin siquiera abrir la puerta. Y mis imaginaciones se hicieron ciertas, cuando un chico castaño de ojos azules y otro de cabello negro y ojos amarillos me miraron desde el pasillo.
-Erick, ¿qué quieres?- pregunté, sin poder evitar que mi voz sonara brusca.
-¡Hola Lena! Estoy bien, yo también me alegro de verte.- dijo James sarcásticamente, mientras entraba a mi habitación sin molestarse en pedir permiso.
Miré a Erick, quien permanecía serio, apoyado en el marco de la puerta. Le hice un gesto con la cabeza para que pasara y cerré la puerta tras él.
Sentía los ojos azules de Erick clavados en mi espalda, por lo que decidí girarme para sostenerle la mirada.
-¿Y bien?- le pregunté, mientras me cruzaba de brazos.
-Sé que aún estás asimilando todo esto, probablemente nos pasamos proporcionándote tanta información de golpe pero...- corté a Erick antes de que pudiera acabar la frase.
-¿¡Demasiada información de golpe?! Por favor, para mí es completamente normal descubrir con 17 años que mis padres, el ángel y la demonia están muertos y que, por si fuera poco, miles de ángeles y demonios quieren matarme.- dije, con ironía.- Pero, ¿sabes? Lo que más me molesta es que después de tanto tiempo nadie se dignara a decirme que toda mi vida ha sido una puta mentira.- solté las palabras que llevaba pensando desde que me habían contado toda la historia.
-¡ Lo hicimos para protegerte!- protestó Erick.- Pero en fin, no quiero discutir, si hemos venido es por otra cuestión que probablemente te interese.
Mi mirada, que hace unos momentos chispeaba por la rabia, se calmó, mirándolo con ligera curiosidad.
-¿Qué es lo que pasa?-
Erick iba a abrir la boca para contestar, pero una voz a nuestras espaldas lo interrumpió.
-Mmm... Me encanta el encaje.- dijo un James con una amplia sonrisa en el rostro mientras sujetaba uno de mis sujetadores por el tirante derecho.- Seguro que estás muy sexy con uno de estos puesto.
Estaba tumbado en mi cama, mientras me miraba con picardía.
Me quedé durante unos segundos en shock, mirando como jugueteaba con los tirantes de mi sujetador, entonces me abalancé sobre él y le arrebaté el sujetador de las manos, mientras lo metía rápidamente en el armario.
Sentía como mis mejillas se encendían. Fulminé a James con la mirada y luego me dirigí a Erick, a quien se le escapó una pequeña carcajada.
-¿Y tú de que te ríes?- le dije bruscamente.
Este me dedicó una media sonrisa, mientras daba un paso hacia mí.
-Simplemente le daba la razón a el demonio mentalmente.-
Suspiré con fuerza, murmurando un practicamente inentendible "hombres".
-Sois unos autenticos idiotas, los dos.- protesté- Y respecto a tí- dije, dirigiéndome hacia James, quien me contemplaba con aparente diversión- Mantente lejos de mi ropa interior.- le amenzacé.
-No es mi culpa que dejaras el sujetador tirado por tu cama.- se excusó mientras se encogía de hombros.
Rodé los ojos, mientras me repetía a mí misma una y otra vez que no hiciera caso de aquel idiota.
Entonces me giré hacia Erick, quien parecía estar divertido ante la situación y lo miré con seriedad, provocando que la sonrisa que se formaba en el rostro de este desapareciera.
-¿Qué es lo que querías decirme?- pregunté, retomando nuestra antigua conversación.
-¿Recuerdas cuando te dije en clase que creía que sabía la razón por la que Naomi no despertaba?-
Asentí con la cabeza como respuesta, con todo esto de mi naturaleza me había olvidado por completo de Naomi.
-Pues verás. Ahora estoy totalmente seguro.-
Lo miré con curiosidad.
-Te escucho.- dije, mientras me apoyaba en la pared.
-Edward debió dormirla dándole una de las pociones demoniacas.
-Edward era un Yark.- explicó James, mientras se sentaba en la cama y clavaba sus amarillentos ojos en mí- Son demonios brujos que se dedican a traficar con pociones. Los demonios siempre que necesitamos pociones acudimos a los Yark.
-Estamos totalmente convencidos de que Edward debió darle una poción de adormecimiento.- continuó el ángel.- Naomi se encuentra en un estado de inconsciencia. No está muerta, pero tampoco está viva.
Una parte de mí se alivió de que no estuviera muerta, pero el hecho de que tampoco estuviera viva no sirvió demasiado para tranquilizarme.
-Y... ¿Sabéis como despertarla?- pregunté, mientras me frotaba las manos con nerviosismo.
Erick y James se miraron entre ellos, se podía ver a kilómetros la preocupación en los rostros de ambos.
-Sí. La única manera de romper una poción de adormecimiento demoniaca, es con una poción angélica.- explicó Erick.
-¡Pues ya está! Pídesela a alguno de tus amigos ángeles y ya está.- dije, sin entender la preocupación de los rostros de Erick y James.
-No es tan sencillo.- replicó James- Solo hay un tipo de ángel que puede proporcionarnos esa poción.
-Los ángeles Hartn.- añadió Erick- No son ángeles de fiar. No pertenecen a ningun bando, se decantan por uno solo cuando saben que pueden salir beneficiados de esa unión. Por lo general, suelen mantenerse al margen de todo. Al igual que los Yark son los brujos de los demonios, se podría decir que los Hartn son nuestros brujos. No solemos confiar en un Hartn a no ser que no podamos acudir a otra persona. Estos siempre piden algo a cambio por sus servicios. Son muy inteligentes, ya que, al ser ángeles y no poder mentir, han aprendido a disfrazar realmente bien sus verdades.
-Me da igual el precio que tenga que pagar por conseguir la poción, haré cualquier cosa con tal de que Naomi despierte sana y salva.- dije, mirando seriamente a ambos.
-El caso, Lena, es que ya nos hemos puesto en contacto con los Hartn. Sabemos lo que quieren a cambio de la poción.- dijo Erick, sus ojos se iluminaron suavemente mientras hablaba.
-¿Y bien?- pregunté, intentando parecer indiferente.
James se deslizó en la cama hasta quedarse sentado en el pico, había una tensión en sus hombros demasiado extraña en él, que por general, solía adquirir una postura relajada en todo momento.
-Quieren que te llevemos con nosotros cuando vayamos a recoger la poción.- dijo James, con aparente preocupación en su rostro anguloso.
-No entiendo...Solo quieren que me llevéis con vosotros, ¿qué hay de malo en eso?- pregunté, quitándole importancia
-¿¡Qué qué hay de malo?!- saltó Erick- Lena, ¿qué parte no has entendido de que no se puede confiar en un Hartn? Ellos han dicho que no te matarán, pero aún así... No creo que debamos ir.
-Si han dicho que no me matarán y los ángeles no pueden mentir, no veo donde está el problema.- protesté, cruzándome de brazos.
-Aunque no te maten podrían hacerte cualquier otra cosa. Encarcelarte, torturarte...- entonces Erick se paró en seco y me miró a los ojos, vi una gran preocupación reflejada en ellos- No vamos a ir.
-¡No pienso dejar que Naomi quede inconsciente para siempre!- grité- Christian quedaría destrozado.
-¿Quién es Christian?- murmuró James, alzando una ceja.
-Mira Lena, entiendo que quieras rescatar a tu amiga y, probablemente en otras situaciones te ayudaría.- empezó a decir Erick, ignorando la pregunta de James- Pero si tu vida está en peligro, por mucho que lo sienta. No.
-Bien.- dije, devolviéndole la mirada con frialdad- Pues si ninguno me va a ayudar, encontraré la manera de contactar yo sola con los Hartn. Si tantas ganas tienen de hablar conmigo, dudo que me pongan dificultades a la hora de encontrarlos.
-Angelito, no sé si tú, pero yo prefiero ir con ella a que vaya sola.- dijo James.
Erick se mordió el labio y desvió la mirada con nerviosismo, provocando que un mechón de pelo castaño le cayera en los ojos. Era la primera vez que veía a Erick nervioso y sin saber que decir, precisamente él, que siempre estaba seguro de sí mismo. Finalmente alzó la cabeza y me miró a los ojos, por su expresión, se podía deducir facilmente que estaba bastante furioso.
-Está bien. Iré.- dijo, firmemente- Pero que sepáis, que, que haya accedido a ir con vosotros no significa que esté de acuerdo...- murmuró.
No pude evitar formar una sonrisa de oreja a oreja. Fui corriendo hacia Erick y le abracé, dándole las gracias. Notaba su cuerpo musculoso pegado al mío a través de su camiseta, olía tan bien... Entonces abrí los ojos como platos y, al darme cuenta de lo que estaba haciendo, me alejé de él, con las mejillas encendidas.
-Perdona... Yo...-murmuré, sin atreverme a levantar la cabeza para mirarle.
Me sentía realmente estúpida por haberme dejado llevar por aquel impulso. Eso era realmente raro en mí, yo era una de esas personas de pensar y actuar, no de actuar y pensar.
Sentí una suave caricia en mi mejilla derecha, alcé la mirada y me encontré con unos hermosos ojos azules que me contemplaban.
-Te acompañaré.- dijo, en apenas un susurro- Pero tienes que prometerme que permanecerás cerca de mí en todo momento.
Asentí con la cabeza torpemente, mientras hacía grandes esfuerzos por no ponerme roja de nuevo.
Entonces alguien carraspeó a nuestras espaldas, provocando que Erick y yo nos giráramos de golpe.
-Sí, enternecedora escena, ¿nos vamos ya?- preguntó James, mientas rodaba los ojos con impaciencia.
-Emm... Sí claro.- dijo Erick- Acompáñame ha hacer el portal, Lena, tú quédate aquí, cuando esté todo listo vendremos a por tí.


Asentí con la cabeza y me senté en mi cama, mientras veía como el ángel y el demonio salían de mi habitación.

Fin del capítulo.
Hey hey HEY mis queridas lectoras,
¿Qué tal os va? 
En este capítulo no pasa nada interesante, pero bueno, me encanta tomarme las cosas con lentitud y dejaros con la intriga (pero que mala soy POR EL ÁNGEL).
¿Sabéis? Hoy voy a cambiar. En vez de despedirme con una canción (algo que hago siempre) me voy a despedir con una foto de un ASQUEROSAMENTE SEXY IRRESISTIBLE ADORABLE angelito (literalmente) llamado Daniel Grigori (este actor lo interpretará en la película de Oscuros). Y bueno ¿qué deciros? Amor a primera vista con este chico, es que es tan perfecto para hacer de Daniel que hasta me asusta.
Ale, os dejo,
Byee! ;)

martes, 17 de septiembre de 2013

Capítulo 7, segunda parte

CAPÍTULO 7, SEGUNDA PARTE
Erick y James se miraron entre ellos y, tras unos segundos, se sentaron en el césped, justo enfrente de mí.
Verlos uno al lado del otro me hizo pensar en lo muy diferentes que eran. Mientras que la mirada azul de Erick transmitía seguridad y calidez, la de James, tenía un aire misterioso y electrizánte que hacía que se me pusieran los pelos de punta. La palidez del demonio contrastaba con el ligero bronceado de Erick. Lo único que tenían en común era la altura y el cuerpo musculoso.
Finalmente, el ángel de ojos azules carraspeó, haciendo que dejara mis comparaciones de lado y pusiera mi atención en él.
-Todo comenzó hace, aproximádamente 20 años. El reino angélico era un caos. Los demonios habían encontrado la forma de ascender a los cielos y arrasaban los dominios de los ángeles.
James carraspeó, interrumpiendo la explicación de Erick.
-Si los demonios os invadimos, fue porque nos desterrásteis al submundo.- aclaró este.
-Ya pero...- fue a replicar Erick, pero antes de que acabara la frase lo interrumpí.
-No importa quien invadiera a quien, haz el favor de continuar con la historia.- protesté, soltando un suspiro.
Erick se quedó unos segundos en silencio hasta que decidió continuar.
-Bueno. Los demonios nos invadían, incendiaban nuestros cuidados jardines, mataban a los más débiles...-
James abrió la boca, dispuesto a replicar, pero le fulminé con la mirada, provocando que este la cerrara de inmediato, frunciendo el ceño.
-Los ángeles decidieron luchar, formando un ejército con las mujeres y hombres más fuertes. A diferencia de los humanos, los ángeles y demonios consideramos a las mujeres lo suficientemente fuertes para luchar.- explicó Erick- La guerra que se llevó a cabo fue brutal, una de las peores de los últimos siglos, por lo que me han contado. Pero finalmente. Los demonios se marcharon, ya que habían perdido a una considerable parte de su población.
-Al igual que los ángeles.- añadió James.
Erick rodó los ojos, aparentemente molesto por aquel comentario.
-Pasada la guerra. Todos los ángeles sobrevivientes se reunieron en el gran salón de actos, dentro del castillo principal del reino. Allí se contaron a los muertos de la guerra y los daños producidos en el reino angélico. Fue entonces cuando se dieron cuenta de la falta de una presencia importante en la sala. El arcángel Daniel. Al ver que no estaba allí, todos le dieron por muerto.
-Ya, muy bonita la historia.- dije, interrumpiendo a Erick- ¿Pero que tiene que ver todo esto conmigo?
-Lena... Daniel, era tu padre.- dijo James, clavando su amarillenta mirada en mí.
Abrí los ojos como platos.
-Espera... ¿¡Qué?!- dije, sorprendida ante su respuesta- ¿Cómo va a ser un arcángel mi padre? ¿¡Pero no acababas de decir que estaba muerto?!
Erick frunció el ceño y suspiró con impaciencia.
-¿¡Quieres dejarme continuar la historia?!- protestó.
-Está bien. Continúa.- dije, intentando, sin mucho éxito, relajarme.
-Dije que todos lo daban por muerto, pero realmente él no lo estaba. Por lo visto el arcángel Daniel se enamoró locamente de una demonia de la que no recuerdo el nombre.-
-Abrahella.- aclaró James, interrumpiendo a Erick.- Se llamaba Abrahella. Era una demonia muy famosa en el submundo. Su increíble belleza era la perdición de todos los demonios, quienes besaban el suelo por el que ella pasaba.- sus ojos amarillos penetraron en los míos intensamente. Desvié la mirada, incapaz de seguir mirandolo a los ojos
-En fin.- prosiguió Erick- El caso es el el amor entre Abrahella y Daniel era mutuo y bueno, de ahí surgiste tú.
-¡Un momento!- dije, provocando que Erick y James dirigieran sus miradas hacia mí.- Pero... No... No puede ser...- balbuceé, intentando ordenar las ideas en mi mente- Mis padres no tienen pinta de ser un ángel y un demonio. Ellos... Son los condes de Gredfield.
James resopló, rodando los ojos.
-¿Es que no lo entiendes? Ese matrimonio que lleva cuidándote toda tu vida no son tus verdaderos padres.- explicó.
Me quedé petrificada al oír las últimas palabras de James.
'' Llevo viviendo toda mi vida en una mentira'' esta idea golpeó mi cabeza como 20 puñales.
-Pero... Ellos nunca me lo dijeron.- dije, en un susurro apenas audible.
-No les eches la culpa. Uno de los demonios de la A.P.U hechizó a los condes para que pensaran que eras su hija.
-No lo entiendo... ¿Por qué?- dije, algo confusa. Era difícil para mí asimilar todo aquello de golpe- ¿Y qué es la A.P.U?
-Lena... Los ángeles y demonios llevan odiándose desde el principio de los tiempos. Para ellos es una aberración que un ángel y un demonio se amen. La A.P.U es una asociación de un grupo de ángeles y demonios a la que pertenecemos James y yo. Nos encargamos de protegerte.
-¿Qué significan las iniciales de la asociación?- pregunté.
-Realmente, nadie lo sabe.- explicó James, encogiéndose de hombros- Supongo que el tío que formó la asociación no tenía demasiada imaginación y escogió tres letras a voleo que quedaban medianamiente bien.
En otras ocasiones habría soltado una pequeña risita ante la respuesta de James. Pero en estos momentos no podía evitar estar seria, asimilando que llevaba toda mi vida pensando que era alguien que no era.
-Ey... Lena, ¿estás bien?- preguntó Erick, acariciándome la mejilla suavemente.
Sus ojos azules brillaban mientras me miraba con preocupación. Asentí con la cabeza.
-Erick. ¿Qué ha sido de mis padres?- pregunté, en un susurro.
Este dejó de acariciarme la mejilla y me miró seriamente.
-Los mataron.-
Ahogué un grito de horror.
-¿Los mataron simplemente por el hecho de estar enamorados?- dije, sin creermelo- ¿Y los ángeles lo permitieron? Pensaba que estábais a favor del amor y todo ese rollo.
James sonrió con malicia.
-Los ángeles no son como tú crees hermosa. Ellos desprovaban el amor de tus padres tanto como lo hacían los demonios.
Desvié la mirada. Sinceramente no me esperaba aquello. Siempre había pensado que los ángeles eran los buenos y los demonios los malos. Ahora entendía que todo no era tan simple como aquello.
-Entonces... Los ángeles y demonios me consideran... ¿un monstruo?- balbuceé, mientras arrancaba césped con nerviosismo- ¿Simplemente por ser el fruto del amor entre un ángel y un demonio?
Erick y James asintieron con la cabeza.
-Pero apuesto a que más de uno cambiaría de idea si te viera...- dijo James, con picardía.
Erick alzó una ceja, fulminándole con la mirada. Yo decidí ignorar el comentario.
-A ver... Dejarme que me aclare.- dije, intentando ordenar todas las ideas de mi mente.- Mis padres son un ángel y una demonia, por lo que poseo características de ambos. La mayoría de ángeles y demonios me consideran un monstruo y quieren matarme, en cambio, hay una pequeña asociación llamada A.P.U que quiere protegerme. ¿Voy bien?
Tanto el ángel como el demonio asintieron con la cabeza.
-Lena...- alcé la mirada, clavando mis ojos en Erick- Ellos te tienen miedo. Te tienen miedo porque eres diferente. Temen que puedas usar tu poder contra ellos. Tienes características de un ángel y características de un demonio, eres el equilibrio entre ellos. Si los ángeles somos el blanco y los demonios el negro, tú eres el gris.
Recorrí a James y Erick con la mirada.
-Y vosotros. Los de la asociación A.P.U, ¿por qué me protegéis? ¿ Por qué no me queréis matar como lo desean los otros?- pregunté, clavando mis extraños ojos verdes en ambos.
Esta vez fue James el que contestó.
-Porque creemos en ti. Tenemos la esperanza de que tú seas la que una a ángeles y demonios. No pedimos la paz, ya que eso es imposible. Simplemente queremos que ambos bandos se respeten y aprendan a convivir juntos. Ya que bueno, al fin y al cabo, la luz no podría existir sin la oscuridad, ¿no crees?-
La última observación de James me dio que pensar. Me costaba reconocerlo, pero él tenía razón.
-La persona que me atacó durante la excursión al pueblo... ¿Era uno de esos ángeles o demonios que me quieren matar?- pregunté
Erick asintió con la cabeza.
-Edward, también quería matarte. Utilizó a tu amiga Naomi para llegar hasta ti.- explicó él- Por ahora solo han mandado a demonios a matarte, lo más probable es que el siguiente que intente atacarte sea un ángel. Supongo que por eso te mandaron a ti.- se dirigió hacia James, quien tenía la mirada perdida en el lago.
Entonces este se giró, y al ver la confusión en mi rostro, decidió explicar las palabras de Erick.
-Los ángeles no perciben tan bien a los de su especie como lo hacemos los demonios. Al igual que los demonios no percibimos a los de nuestra especie como lo hacen los ángeles.- dijo James- Los ángeles y los demonios nos odiamos por razones desconocidas. Siempre que hay un ángel cerca percibo como un gran sensación de odio empieza a formarse en mi pecho. Ahora, por ejemplo, estoy haciendo unos grandes esfuerzos por no estrangular a tu amigo el angelito.
Erick le dirigió encantadora sonrisa.
-¡Qué amable por tu parte!- dijo, con ironía.
-¿ Por qué quieren matarme ahora?- pregunté, cambiando de tema- Es decir... Podrían haberlo hecho cuando era un bebé, ¿no habría sido más fácil? Aparte, no recuerdo que de niña quisiera matarme alguien. Estos ataques están empezando ahora.
Erick abrió la boca para contestar, pero el demonio empezó ha hablar antes de que le diera tiempo ha decir nada.
-Por lo que me han contado. Cuando naciste, tu padre, Daniel, sabía que en cuanto se enteraran los ángeles y demonios de que habías nacido te matarían. En esos momentos tus padres estaban huyendo, ya que habían montones de patrullas en busca de ellos. Él te dio al creador de la A.P.U, que por lo visto era un amigo íntimo de tu padre, y este prometió protegerte. Te llevó con los condes a los que tú conocías como tus padres.- hizo una pausa- En cuanto los ángeles y demonios se dieron cuenta de que Daniel y Abrahella habían tenido un bebé ya era demasiado tarde, ya que tú estabas con los condes. Cuando eres pequeño tus poderes no se pueden captar. Llevan estos 17 años buscándote, pero nunca te habían visto, por lo que no sabían cual era tu aspecto. En cambio ahora, estás apunto de cumplir los 18, por lo que tus poderes están en proceso de formación. Ellos ya saben quien eres y pueden captar tu presencia.
Me levanté del césped de golpe. Sentía que mi cabeza me explotaría en cualquier momento. Tanta información de golpe empezaba a no sentarme demasiado bien. Ya entendía porque Erick se había empeñado en mantener mi naturaleza en secreto.
Erick y James se levantaron al ver que yo me ponía en pie. Di media vuelta, y sin despedirme si quiera, empecé a caminar hacia la academia. No me vendría mal dormir un rato. Sentí unos pasos a mis espaldas. Una cálida mano se posó en mi hombro. Me giré y me encontré con unos amarillentos ojos, que me miraban por una vez, sin burla en ellos.
-Entiendo que tanta información de golpe sea demasiado para ti. Pero, pensé que era justo que lo supieras.- dijo él con seriedad.
-Estoy... Estoy bien.- mentí, mientras daba media vuelta y continuaba mi camino.

Sí que me vendría bien tumbarme en mi cama, después de todo.

Bueeenas angelitos!
¿Qué tal estáis?
¡Por en ángel! Al fin sabéis la verdadera naturaleza de Lena, ¿os esperabais que fuera la hija de un arcángel y una demonia? 
Este capítulo no tiene acción, pero creo que aclara bastantes incógnitas de la novela. Si supierais lo que me costó idear la historia para que todo encajase...
Eeeen fin,
no tengo mucho más que decir, a si que me voy.
Me despido con una canción que ya tiene sus años, pero sé que nunca dejará de gustarme.
Byeee!
PD: Gracias a todas por felicitarme por mi cumpleaños,
Os quiero :)

martes, 10 de septiembre de 2013

Capítulo 7, primera parte

CAPÍTULO 7, PRIMERA PARTE

La campana sonó con insistencia como todas las mañanas para avisar a los estudiantes de que debían de empezar a levantarse. Abrí los ojos lentamente y, tras unos segundos acostumbrándome a la luz del sol, me levanté de la cama.
Abrí mi armario y cogí el uniforme de la academia (que mi padre al fin me había enviado). Lo observé. Era un vestido largo de un color verde oscuro, en la parte superior se podía ver grabado el escudo de la academia. Me lo puse a reñadientes, y pensar que tendría que ponérmelo durante todo el curso...
Una vez estuve totalmente arreglada salí de mi habitación y me dirigí hacia la enfermería, como llevaba haciendo durante dos semanas desde que Erick y yo dejamos a Naomi allí.
Saludé a la bajita enfermera, que ya estaba acostumbrada a verme allí todas las mañanas y fui hacia la cama de Naomi, con la esperanza de que al fin estuviera despierta, con esos grandes ojos marrones suyos abiertos. Pero al descorrer la cortina de su cama, pude comprobar, con cierta desilusión, que aún no se había despertado.
-¿Sigue inconsciente?- pregunté, girándome para mirar a la enfermera.
-Sí...- dijo, formando una forzada sonrisa en su rostro- No te preocupes cariño, se pondrá bien.
-Ya...- gruñí, mientras me dirigía hacia la salida de la enfermería- Eso llevas diciéndome dos semanas y mírala, sigue igual.
Cerré la puerta de un portazo.
-¡Hacemos lo que podemos!- oí decir a la enfermera, desde el otro lado de la pared
-Pero no es suficiente...- murmuró alguien a mis espaldas- Nada es suficiente, no despierta.
Me giré, topándome con un Christian serio y con pequeñas ojeras bordeando sus hermosos ojos color miel. Desde que su hermana estaba inconsciente apenas se le veía en clase. Se pasaba día y, por sus ojeras, diría que también noche, en la enfermería, junto a su hermana. Aquella hermosa sonrisa que tanto le había caracterizado llevaba semanas sin aparecer en su rostro, el cual ahora era serio.
Lo miré con cierta compasión, él era el que peor lo estaba pasando en estos momentos.
Lo cogí del brazo y lo guié hasta clase. Desde que su hermana estaba inconsciente había fluido una bonita amistad entre nosotros.
-Debes ir a clase.- dije, ignorando sus protestas pidiéndome que le dejara volver a la enfermería- No puedes pasarte todo el día ahí dentro. Te acabarás volviendo loco.
Este, al ver que nada de lo que dijera me iba ha hacer cambiar de idea, decidió entrar en clase. Una multitud de chicas se le abalanzó preguntándole por su hermana y si se encontraba bien. Decidí sentarme en mi asiento habitual, justo detrás de Erick, ya que tanta gente me estaba empezando a agobiar. Entonces, este se giró, apoyando su cabeza en el respaldo de la silla. Y una vez más, no pude evitar dirigir mi mirada a sus hermosos ojos azules, que desprendían aquella luz tan característica en ellos.
-¿Sigue sin despertar?- preguntó.
Asentí con la cabeza como respuesta, probablemente la desilusión se veía a kilómetros en mi rostro.
Este inclinó su silla hasta apoyarla en mi mesa y se acercó a mí, de manera que nuestros rostros se quedaron a escasos centímetros.
-Tengo una idea de porque sigue inconsciente.- susurró, de manera que solo yo lo podía escuchar- En cuanto salgamos de clase te explico.
Lo miré, con la duda pintada en mi cara y justo cuando Erick se separó de mi mesa entró la profesora de historia a clase, con una sonrisa de oreja a oreja. Se sentó en su escritorio y ordenó a unos cuantos estudiantes que seguían de pie hablando que se sentaran en sus correspondientes sitios. Me acomodé en mi asiento, apoyando la cabeza entre mis brazos y mirando distraídamente hacia la ventana.
Entonces, unos suaves golpes provenientes de la puerta resonaron por la clase. La profesora se levantó y abrió la puerta. Estuvo durante unos segundos fuera, apenas se escuchaban unos suaves murmullos desde fuera de la clase y entonces entró, pero no iba sola. Un chico la acompañaba. Era alto, era gracioso verlo al lado de la profesora, ya que esta apenas superaba el metro y medio. Su pelo era de un intenso color negro, lo que más me llamó la atención fueron sus ojos, que relucían con un cierto brillo de superioridad en ellos, eran de un color amarillento, con reflejos verdes claro. Llevaba el uniforme de la academia arremangado hasta el codo y la corbata ligeramente aflojada. Llevaba las manos dentro de los bolsillos y mostraba una media sonrisa en su rostro.
Podía oír a las chicas a mis espaldas suspirar y comentar lo muy guapo que era.
-Chicos. - al ver que los alumnos seguían hablando entre ellos, la profesora se vio obligada ha alzar la voz- ¡Chicos silencio!.- entonces, se dirigió hacia el atractivo chico, con una sonrisa en su rostro.- Este es James, será vuestro nuevo compañero.
El chico pasó una mirada distraída por la clase, como analizando el lugar. Por su expresión, podía adivinar que apenas estaba haciendo caso a lo que le decía la profesora. Entonces su mirada se detuvo en mí, sus labios formaron una media sonrisa y giró la cabeza para mirar a la profesora, que le estaba indicando donde debía sentarse.
El chico se abrió paso hasta llegar a su sitio, que estaba a final de la clase. Las chicas suspiraban y se giraban para mirarlo cuando pasaba por su lado. A este no parecía importarle, de hecho, le guiñó el ojo a una de las chicas.
'' Son patéticas'' pensé, rodando los ojos.


Al fin, la campana resonó por toda la academia, indicando el final de la clase. Me levanté de un salto y recogí mi mesa con rapidez, metiendo los pergaminos, la pluma y la tinta echos un revoltijo en mi mochila.
Entonces, justo cuando iba a colgarme la mochila al hombro choqué con Erick, quien estaba detrás mía.
-Perdona yo...- apenas me dejó terminar la frase, ya que me agarró del brazo y me sacó a rastras de la clase.
Una vez estuvimos fuera me crucé de brazos y esperé a que me diera una explicación por su anterior comportamiento.
-Es un demonio.- dijo, pude ver como sus ojos ardían de odio al pronunciar la última palabra.
Lo miré algo desconcertada.
-¿Un demonio? ¿Quién es un demonio?-
-El chico nuevo, James.- respondió, como si fuera obvio.
-Vaya... Acabo de llegar y ya hay gente hablando de mí.- dijo una voz a nuestras espaldas.- El ángelito y su bella acompañante. Interesante.
Erick y yo nos giramos prácticamente a la vez. Un incómodo silencio se apiadó del lugar. Erick y James se miraban entre ellos, era visible a kilómetros el odio que desprendían los ojos de ambos al mirar al otro.
-¿Qué es lo que quieres demonio?- gruñó Erick, fulminándolo con la mirada.- ¿Qué narices haces aquí?
James formó una encantadora sonrisa en su rostro.
-Si quisiera matarla, ya lo habría hecho.- dijo, dirigiéndo la mirada hacia mí.
Sus ojos me recorrían de arriba a abajo con descaro. Apreté los puños echa una furia, odiaba que me miraban así. Entonces él dio un paso hacia a mí y alzó la mano con intención de acariciarme la mejilla. Iba a apartarme cuando Erick se interpuso entre nosotros dos, dejándome detrás de él.
-Ni se te ocurra tocarla.- le advirtió, con un tono amenazador en su voz.
Los músculos de su espalda estaban tensos.
Me entraron unas tremendas ganas de pasar mi dedo por su espalda. Sacudí la cabeza, borrando aquellas absurdas ideas de mi cabeza.
-Baja esos humos angelito.- dijo James, mientras se arremangaba aún más el uniforme de la academia.
Giró el brazo y le enseñó un tatuaje que representaba una ala negra y otra blanca unidas, por un lazo.
Pude ver como los músculos de Erick se relajaban, y entonces se arremangó también, mostrando un tatuaje exactamente igual.
-Que desconfiados que sois los ángeles por Lucifer...- gruñó el demonio rodando los ojos.
-Tenemos nuestras razones para desconfiar de vosotros.- replicó Erick, mientras se colocaba la manga del uniforme.
Yo les miré algo desconcertada. ¿Se puede saber que narices estaba pasando? ¿Qué significaba aquel tatuaje que tenían los dos?
Carraspeé, provocando que la amarillenta mirada de James y los ojos azules de Erick se posaran en mí.
-Existo, ¿sabéis?- dije, cruzándome de brazos.
James miró a Erick, alzando una ceja.
-¿Aún no se lo has dicho?-
Este desvió la mirada al suelo.
-Aún no está lista...- respondió secamente.
-Otra vez empiezas con eso...- gruñí- ¿Algún día estaré lista para ti?
-Necesitamos que lo sepa.- dijo James, serio por una vez en toda la conversación.- Tiene que ir aprendiendo a usar sus poderes y a desarrollar sus alas.
-¿Alas?- pregunté, frunciendo el ceño.
-¡Por dios! ¡Haz el favor de cerrar el pico demonio!-
-Ocultándole su naturaleza no vas a conseguir nada. O se lo dices tú o se lo digo yo. Tú eliges angelito.-
-Está bien. Pero salgamos fuera, aquí hay demasiada gente.- gruñó Erick, mientras daba media vuelta y se dirigía hacia la salida de la academia.
Aceleré el paso, para colocarme detrás de él. Noté la presencia de James a mi lado. La mayoría de las chicas nos miraban y murmuraban cosas que mi oído no llegaba a captar.
Finalmente salimos fuera. Llené mis pulmones con el puro aire que se respiraba en los cuidados jardines de la academia. Erick se giró para mirarme.
-Será mejor que te sientes. Hay para rato.-

Me senté con cuidado en el césped y alcé la mirada, preparada para escuchar lo que tuvieran que decirme.

Hooolaa mis angelitos,
¿qué tal os va?
Sé que este capítulo es algo corto, de hecho, podría haberlo hecho más largo, pero preferí dejaros con la intriga (me amáis, lo sé).
NOOOOTICIÓN
¿A que no adivináis de quién es el cumpleaños este domingo?
(De Niall Horan noo, el los cumple el viernes). 
MÍO! Esta idiota de aquí cumple 14 añitos :3 (Me cachis, ¡me estoy haciendo vieja!)
En fin, os lo digo para que me enviéis algo, no pido demasiado, solo quiero un Jace Lightwood.
Me despido con ROOAR de Katty Perry. (amo el vídeo, ¡es muy original!)

PD: ¿Qué os parece James? Es muy sexy el jodio... :P

lunes, 2 de septiembre de 2013

Capítulo 6, segunda parte

CAPÍTULO 6, SEGUNDA PARTE

Tras un par de horas más andando pude visualizar los altos torreones de la academia.
Suspiré, aliviada, el camino de regreso se me había hecho realmente largo ya que Erick y yo seguíamos sin dirigirnos la palabra.
Finalmente, justo cuando estábamos apunto de entrar en la academia, rompí el frío silencio.
-¿Y ahora qué?- dije, con brusquedad- ¿Entramos a la academia como si nada, con Naomi inconsciente y tú con dos profundas heridas?
Erick me miró, se le veía realmente cansado lo que hizo que sintiera una pizca de lástima por él, el pobre llevaba cargando con Naomi todo el camino.
-Subimos a mi habitación, me curas las heridas, nos inventamos alguna excusa sobre el estado inconsciente de Naomi, la dejamos en la enfermería y fin.- respondió, en el mismo tono brusco que había utilizado yo antes.- ¿Qué te parece el plan?
-Horrible.- respondí, mientras fruncía el ceño.- ¿Cómo pretendes que te cure?
-Ya lo hiciste una vez.- respondió él, encogiéndose de hombros.
Entonces recordé el día en el que me habían atacado en el pueblo. Erick tenía una profunda herida en el abdomen y se la curé dios sabe como.
-Está bien. Te curaré.- dije, cruzándome de brazos- Pero solo si me dices de una vez que soy y porque tanto secretismo.
Él formo una sonrisa burlona en su cara y me miró, alzando una ceja divertido.
-Creo que no voy a aceptar tu trato- dijo, dando un paso hacia mí- Pero que sepas, que si muero desangrado, tendrás menos posibilidades de saberlo.
Lo fulminé con la mirada y le di la espalda.
-Odio que tengas razón.- gruñí.
Este soltó una cantarina risita. Tras unos segundos, inexplicablemente apareció frente a mí de la nada. Sus ojos azules me miraban con aparente diversión.
-¿Pero cómo...?- dije, mirándolo con incredulidad- Hace un momento estabas ahí y ahora...
Él me ignoró completamente y cambió de tema.
-Mira, yo entraré volando con Naomi hasta mi habitación.- explicó él, mientras me señalaba con el dedo su ventana.- Tú vas por el interior de la academia y nos reunimos allí. Así no llamaremos la atención.
Asentí con la cabeza, dando mi aprobación. No era tan mal plan al fin y al cabo, odiaba que no se me hubiera ocurrido a mí.
Entonces Erick posó a Naomi suavemente en el suelo.
-Yo de ti me alejaba un poco.- me avisó él.
Dí unos pasos hacia atrás y lo contemplé, algo luminoso empezaba a fluir de su espalda. Aquella luz se hizo más y más intensa con el paso de los segundos, de manera que Erick quedó totalmente envuelto en ella. Desvié la mirada y la luz cesó.
Parpadeé un par de veces y tras acostumbrarme a la luz, no pude evitar dirigir mi mirada a Erick, quien levitaba en el aire con Naomi en brazos y sus hermosas alas extendidas.
Sus ojos azules parecían tener luz propia, me dirigió una media sonrisa y, unos segundos después, ascendió con una rapidez inhumana hacia la ventana de su habitación. Contemplé, fascinada, el rastro de luz que habían dejado sus alas en el cielo.
Entonces cogí aire y me adentré en la academia. Al igual que cuando había salido, no había absolutamente nadie vigilando la entrada, de manera que, de lo único que me tuve que preocupar fue de intentar hacer el menor ruído posible.
Subí hasta la segunda planta, en la que se encontraba la habitación de Erick. No me costó demasiado encontrarla, ya que mi habitación estaba en el mismo pasillo. Me paré en la puerta con el número 140 y di unos suaves toques en ella. Oí pasos al otro lado de la pared y finalmente, el manillar de la puerta comenzó a moverse. De repente empecé a ponerme nerviosa, nunca había estado a solas en la misma habitación que un chico de mi edad. Sacudí la cabeza y quité esas absurdas ideas de mi mente.
Erick estaba apoyado en el marco de la puerta haciendome un gesto con el brazo para que pasara. Pude advertir en que había cambiado su camisa azul (la cual había presentado manchas de sangre), por una blanca totalmente limpia. La camiseta se le pegaba al cuerpo de manera que sus músculos se marcaban. Se me ocurrió mirar mi vestido, el cual presentaba un aspecto pésimo, tenía manchas de sangre en la falda y pequeños desgarrones en la parte inferior. Me avergoncé ante mi aspecto, en cuanto llegara a mi habitación tiraría el vestido a la basura.
Desvié la mirada de él y decidí entrar en su habitación. Todo estaba pulcramente ordenado.Tenía algunos bocetos de dibujos sobre su mesa a medio hacer, y las paredes estaban repletas de cuadros pintados por él. Olisqueé durante unos segundos, su habitación desprendía un agradable aroma que, tras unos instantes, identifiqué como lavanda. El cuerpo inconsciente de Naomi descansaba sobre su cama.
-¿Has terminado de inspeccionar ya mi habitación?- dijo la voz de Erick a mis espaldas.
Me giré. Él estaba cruzado de brazos de manera que sus músculos sobresalían, sus ojos azules presentaban una expresión burlona.
-Solo contemplaba tus dibujos.- dije, echándole un último vistazo a las paredes de su habitación.- Por mucho que me cueste, tengo que admitir que son realmente buenos.
Sentí como él se acercaba más hacia mí. Cada vez eran menos los centímetros que nos separaban.
-¿Cuál es tu favorito?- sentía su aliento en mi oreja, haciendo que mi cuerpo se estremeciera levemente.
Sin siquiera pensarlo señalé uno situado en la pared derecha. Representaba a un humano con alas, podía ver en él características propias de un ángel, como la luz en sus hermosos ojos dorados, pero también propias de un demonio, como las sombras oscuras en sus alas. Detrás de esta criatura se podía ver a un grupo de ángeles y demonios que parecían estar en guerra.
A pesar de no ver su rostro, sabía que Erick debía de estar formando una de sus medias sonrisas.
-Es curioso que elijas ese.- susurró- ¿Por qué?
Me giré, nuestros rostros se encontraban a escasos centímetros. Notaba como sus ojos azules escaneaban los míos.
-No... No lo sé.- respondí, sosteniéndole la mirada- Hay algo en ese cuadro... Algo, que me llamó la atención desde el principio.
Este me contempló durante unos segundos más, hasta que, finalmente se alejó de mí. Se sentó en el borde de la cama y empezó a sacarse la camiseta con cuidado.
Ahogué un grito al ver la herida de su costilla derecha. Era mucho más profunda de lo que pensaba. Lo más raro de todo es que no salía nada de sangre por ella, presentaba un aspecto negro, como si ese pedazo de piel se estuviera pudriendo.
-¿Tan feo soy?- dijo Erick, al ver la expresión de mi cara.
-No es eso idiota.- bufé, mientras me acercaba para inspeccionar la herida más de cerca.
-Entonces soy guapo.- dijo, sonriendo.
Rodé los ojos y decidí cambiar de tema.
-No esperé que fuera tan profunda.- dije, mientras pasaba mi dedo por la superficie de la herida.
Pude ver como Erick formaba una mueca de dolor en su rostro, por lo que decidí apartar mi dedo.
-¿Te he hecho daño?- pregunté, preocupada.
Él negó con la cabeza y recogió un mechón de pelo que caía sobre mis ojos detrás de mi oreja.
-Haz lo que tengas que hacer.- dijo él, guiñándome un ojo.
-Si supiera lo que tengo que hacer...- murmuré.
Este se recostó en la cama, apoyando los codos en el colchón, de manera que me daba una visión más amplia de la herida.
-¿Qué hiciste la última vez?- me preguntó.
Pude detectar un suave brillo en sus ojos azules.
-Pues... Yo... Simplemente pensé en que quería curarte y una energía se formó en mi pecho y fluyó por las llemas de mis dedos.- bajé la mirada, mientras me echaba el pelo hacia atrás.- Sé lo que debes de estar pensando... Es una estupidez.
Erick se acercó suavemente a mí y posó su mano en mi barbilla, obligándome a alzar la cabeza. Nuestros rostros se encontraban a escasos centímetros. La luz de la luna entraba por la ventana, marcando sus altos pómulos y dándole un suave brillo a sus labios carnosos. Sus ojos de oscuras y largas pestañas penetraban en los míos.
Mis manos sudaban y sentía como mi respiración se volvía más agitada.
-Lena...- la forma en la que pronunció mi nombre hizo que me estremeciera- No es ninguna estupidez. Yo confío en ti y tú deberías hacer lo mismo. Haz esto por mí, por favor.
Pude ver una huella de dolor en sus ojos azules. Él estaba sufriendo. Intentaba aparentar que apenas le dolía, pero aquella herida lo estaba matando.
Me alejé de él y me desprendí de mi capa de piel, dándome más movilidad en los brazos.
-Túmbate.- le ordené, mientras me situaba, de rodillas, a pies de la cama.
Este me obedeció sin rechistar. Situé mis manos en la herida y cerré los ojos.
'' ¿Qué es lo que quieres?'' preguntó, una voz en mi cabeza.
'' Quiero curarle.'' pensé, mientras apretaba los ojos con más fuerza '' No quiero que muera''.
Entonces lo sentí, una suave corriente de energía que empezaba a nacer en mi pecho. Esta energía salió al exterior a traves de mis dedos, provocandome un leve cosquilleo.
Abrí los ojos y comprové, como la herida se había curado por completo. Sentía la mirada de Erick clavada en mí. Sonreía, haciendo que sus mejillas adquirieran un adorable tono rosado.
Entonces se arremangó el pantalón, dejándo al descubierto la otra herida que le quedaba en la pierna. Esta la curé con una facilidad que me pilló por sorpresa incluso a mí misma.
Me senté en el borde de la cama junto a Erick, quien ya se había puesto la camiseta. Me apoyé en la pared, ya que me sentía ligeramente cansada.
-Gracias.- dijo él, de repente, mientras se giraba para mirarme- Ya son tres veces las que me has salvado la vida.
-No hace falta que las des.- dije, guiñándole un ojo- Siempre que tú me salvas, yo te salvo.
-Supongo que hacemos un buen trabajo en equipo.- dijo él, dirigiéndome una pequeña sonrisa.
Seguidamente se levantó de la cama y levantó el cuerpo de Naomi.
-Deberíamos dejarla en la enfermería.-
Asentí con la cabeza, fui a levantarme de la cama cuando un mareo repentino hizo que estuviera apunto de caer al suelo. Me apoyé en la pared, intentando recuperar el equilibrio. No entendía que me pasaba, me sentía realmente agotada.
-Lena, ¿te encuentras bien?- me preguntó, pude ver por la expresión de su rostro que estaba preocupado- Puedes quedarte aquí si quieres, yo dejaré a Naomi en la enfermería.
-Estoy bien.- dije, mientras me situaba a su lado- Solo ha sido un pequeño mareo.
Este me dirigió una fugaz mirada con la duda pintada en sus ojos, pero al ver que yo insistía en ir, decidió dejarlo pasar.
Bajamos a la primera planta de la academia, donde se encontraba la enfermería. Se me ocurrió mirar por la ventana y pude comprobar como ya se había hecho de día.
'' Y yo no he dormido nada.'' pensé mientras intentaba mirar mi reflejo en alguna de las ventanas.'' probablemente debo de tener unas enormes ojeras.''
Finalmente llegamos en la enfermería. Me adelanté para poder abrirle la puerta a Erick, quien me dedicó una pequeña sonrisa mientras seguía cargando con Naomi.
Una enfermera bajita se encontraba sentada en una silla, tras una mesa. Apoyaba la cabeza en sus manos y sus párpados amenazaban con cerrarse. Al ver entrar a Erick con Naomi inconsciente en sus brazos abrió los ojos como platos y salió disparada hacia nosotros.
-¿Pero qué le ha pasado?- preguntó la enfermera, con aparente preocupación.
Erick me miró a mí. Pude detectar una pizca de nerviosismo en sus ojos azules. Parecía querer que fuera yo la que se inventara algo para explicar el estado de Naomi.
Tragué saliva y desvié los ojos de él para mirar directamente a la enfermera, quien esperaba nuestra respuesta de brazos cruzados.
-Erick y yo estábamos en el bosque y nos la encontramos inconsciente en el suelo.- dije, intentando que mi voz sonara asustada- Su cabeza estaba encima de una enorme roca, por lo que deducimos que probablemente se habría resbalado hacia atrás y golpeado con la roca en la cabeza.
-Vaya...- dijo, la bajita enfermera.- Lo que no me explico es, ¿qué narices hacíais vosotros en el bosque?
-Pues...- empezó a decir Erick, pero yo le interrumpí rápidamente antes de que pudiera continuar.
-Ayer estuve estudiando por la mañana allí. Me gusta estudiar al aire libre.- expliqué.- Entonces anoche fui a mirar mis apuntes de historia, ya que hoy tengo examen y resulta que no estaban. Supuse que me los habría dejado allí. Erick se ofreció voluntario para acompañarme.
Me sorprendí de lo muy sincera que sonaba mi voz. Siempre se me había dado bien mentir, no era algo de lo que me sintiera orgullosa, pero de vez en cuando, conseguía sacarme de algun que otro apuro.
-Entiendo.- dijo, mientras se dirigía hacia una cama libre, con nosotros pisándole los talones.- Salir al bosque por las noches está prohibido y normalmente a los que lo hacen se les castiga, pero por esta vez os lo dejaré pasar, ya que habéis salvado a esta pobre chica.
Erick y yo nos miramos con aparente alivio en nuestros rostros. Este dejó a Naomi sobre la cama que le indicó la enfermera.
Una vez fuera de la enfermería, no pude evitar soltar un pequeño suspiro de alivio. Erick me miró, formando una media sonrisa en su cara.
-No sabía que mintieras tan bien.-
-Soy buena actriz.- dije, encogiéndome de hombros.
-Siento no haberte ayudado con la escusa sobre el estado de Naomi. Los ángeles no podemos mentir.- explicó- Probablemente lo habría fastidiado todo si hubiera hablado.
-No pasa nada.- dije, mientras él daba media vuelta para marcharse a su habitación.- Erick.- este se giró para mirarme.- Gracias.

Él me dedicó una amplia sonrisa y continuó su camino.

Bueeeeeeeenas mis guapas y guapos lector@s!
¿Qué tal os va?
La verdad que empezaba a tener un poco abandonado esto de blogger :L
¡Pooor cierto! ¡Notición del día! ¡Mi novela ya tiene título! 
*aplausos imaginarios*
''Entre la luz y la oscuridad'', creo que este título le va MUY MUY BIEN jajaja (ya entenderéis porque mis bebés).


Os pido disculpas por haber tardado tanto en publicar, pero esta vez tengo una escusa decente. Esta semana pasada fueron las fiestas de mi urba, por lo que estuve ocupada todos los días.
¡ Nos hicimos hasta camisetas! 
En fin, ESCUCHAR ESTA CANCIÓN.
alsdfjsfoisjoifjsofsiss SALEN IMÁGENES DE CITY OF BONES, ME MUERO *.*
Byeee !