miércoles, 24 de julio de 2013

Capítulo 5, primera parte

CAPÍTULO 5,PRIMERA PARTE
Los días pasaron y ella seguía sin aparecer. Normalmente faltaba a alguna que otra clase, pero esto... Era demasiado, nunca había llegado a faltar una semana entera. Incluso los profesores empezaban a preocuparse.
Me acerqué a la habitación de Naomi y, una vez más, toqué, con la esperanza de que ella me abriera formando esa amplia sonrisa en su rostro mientras me abrazaba. Pero, como todas esas veces anteriores que le había tocado, ella seguía estando desaparecida.
Suspiré y fui hacia el comedor, donde debía de estar esperándome Emily para comer.
Por el camino me crucé con Erick. Lo miré a los ojos, y pude detectar unas pequeñas ojeras en su habitual hermoso rostro. Parecía cansado, algo realmente extraño en él. Entonces se giró y me devolvió la mirada, clavando sus resplandecientes ojos azules en los míos. Una sensación de calidez envolvió todo mi ser.
Desvié la mirada y vi a Emily, quien me hacía señales con la mano para que me sentara junto a ella.
No pude evitar mirar una vez más a Erick de reojo antes de irme.
Me senté en mi sitio habitual, en frente de Emily. Esta me miró seriamente, abriendo sus pequeños ojos azules.
-¿Algo nuevo? - me preguntó, mientras sorbía una cucharada de su sopa.
-Sigue estando desaparecida.- apoyé la cabeza entre mis manos, mientras alejaba el plato de comida.
-¿No vas a comer nada?- me preguntó.
Negué con la cabeza.
-No tengo hambre.- murmuré.
Ella frunció el ceño y me acercó el plato.
-Venga, tienes que comer.- dijo, mientras cogía una cucharada de mi plato e intentaba dármela como a los bebés.
Solté una pequeña carcajada y le arrebaté la cuchara.
-Está bien.- bufé, mientras me metía, sin muchas ganas, la cucharada en la boca.- Algo raro está pasando... No es normal que Naomi desapareza tantos días así como así.
Removí mi plato de sopa, pensativa.
Entonces alguien se sentó a mi lado, poniendo su bandeja en nuestra mesa. Giré la cabeza con la esperanza de que fuera Naomi, pero resultó ser Christian.
Este me miró, estaba raro, demasiado serio y cansado, como si llevara días sin dormir. No mostraba esa hermosa sonrisa tan particular en él.
-Christian...- susurré, preocupada.
Él me cortó antes de que pudiera continuar.
-¿Sabes dónde está mi hermana?- preguntó, con una pizca de esperanza en su voz.
-Lo siento Christian... Yo no sé nada...-
Él hundió la cabeza entre sus manos.
-Ella... Nunca había faltado tanto a clase... He tocado a su habitación varias veces y he preguntado a todo el mundo por ella. Nadie sabe donde está.- noté como su voz temblaba mientras hablaba.- Todo esto es por mi culpa.
Pude ver como pequeñas lágrimas resbalaban por sus rosadas mejillas. Me quedé paralizada, sin saber que hacer. Ver a Christian llorando era horrible...
Me acerqué a él y empecé a secarle las lágrimas con un pañuelo.
-No vuelvas a decir eso...- susurré mientras le daba un abrazo.- Christian... No ha sido culpa tuya, ¿entiendes?
-Yo... Siempre estoy siendo grosero con ella. Seguro que me odia.- dijo él, mientras apoyaba la cabeza en mi hombro.- Soy un capullo.
Le levanté la cabeza, de manera que nuestros rostros quedaron a escasos centímetros. Sus ojos color miel brillaban a causa de las numerosas lágrimas que descendían por sus mejillas.
-Mírame.- le ordené.
Él alzó la mirada, posando sus enrojecidos ojos color miel en los míos.
-No eres un capullo y Naomi no te odia. Ella... Es tu hermana, te quiere mucho.- dije firmemente- Te prometo que haré lo posible por encontrarla.
-Gracias...- susurró débilmente.
Entonces fijó la mirada en mi hombro y pasó una servilleta por él.
-Perdona... Te he dejado el hombro lleno de lágrimas.-
Le dediqué una pequeña sonrisa y le arrebaté la servilleta de las manos.
-No pasa nada.-
-¡Christian!- gritaron unas voces, provenientes de una mesa cercana.
Este giró la cabeza y se volvió hacia mí.
-Me tengo que ir.- dijo mientras recogía su bandeja de nuestra mesa.- Gracias otra vez.
Le sonreí tímidamente y le hice un gesto con la mano como despedida.
Me incorporé en mi silla y me dirigí hacia Emily.
-Tengo que encontrar a Naomi.- dije, mientras repelaba mi plato de sopa.
-¿Cómo piensas encontrarla? - preguntó.
-Bueno... No le he contado a Christian todo lo que sabía.- dije, desviando la mirada hacia el suelo.- Sé que está mal... Pero Naomi no quería que se lo contara a nadie. Creo que tengo una ligera idea de donde está.
-No voy a insistir en que me lo cuentes, pero, sea lo que sea que vayas ha hacer... Ten cuidado.- dijo, guiñándome un ojo.
Le dediqué una última sonrisa y me levanté de la mesa, llevando a limpiar mi bandeja.

Me asomé una vez más al balcón de mi habitación. Una oscuridad se adueñaba de todo el paisaje, el cual estaba recubierto por una espesa capa de nieve. No había nadie por los alrededores de la academia, en invierno solo nos permitían salir por la mañana. Suspiré.
Sabía que lo que iba ha hacer estaba mal y podía hacer que me expulsaran de la academia. Pero no podía quedarme de brazos cruzados con la cabezota de mi mejor amiga desaparecida.
Revolví en mi armario hasta alcanzar una capa lo bastante abrigada para que no me congelara en la fría noche. Me la puse por encima con delicadeza mientras abanzaba hacia la puerta. La abrí suavemente, intentando no despertar a mis compañeros de las habitaciones de al lado.
Anduve con sigilo, pero no encontré demasiadas complicaciones para salir, siendo sincera, fue más fácil de lo que esperaba. No había nadie vigilando la puerta, por lo que, lo único de lo que tuve que preocuparme fue de no hacer demasiado ruído.
Finalmente, mis pies se hundieron en el suave manto de nieve que poblaba el exterior de la academia. Apreté la capa a mi cuerpo, hacía mucho frío allí fuera.
Anduve por las afueras de la academia hasta que me interné en el bosque al lado del lago.
Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, apenas podía ver nada allí dentro, la espesura de los árboles tapaba la poca luz proveniente de la luna. Ruídos de animales e insectos reinaban aquel lugar. Sin duda, no me habría venido nada mal una antorcha.
De repente, pude captar pasos a lo lejos. Me quedé quieta, aterrada. Los pasos cada vez se hacían más cercanos, incluso podía dislumbrar una ténue silueta. Avancé sigilosamente, con la esperanza de que no me oyera. Entonces mi pie derecho quedó enganchado en una rama, de manera que caí al suelo, armando justamente el tipo de ruído que llevaba toda la noche intentando evitar.
De repente, sentí una presencia a mis espaldas. Intenté levantarme, pero, por mucho que pataleé, mi pie seguía enganchado en aquella rama.
-¿Lena?- preguntó una voz que se me hizo ligeramente familiar- ¿Qué haces aquí?
Me giré como pude y suspiré de alivio, liberando aquella tensión que se había adueñado de mi cuerpo. ¡Era Erick!
-Debería hacerte la misma pregunta, ¿no crees?- dije, cruzándome de brazos.
Él se agachó hasta colocarse a mi altura.
-¿Qué te ha pasado?-
-Mi pie, creo que se ha enganchado con algo, pero no puedo ver que es.-
Él se acercó hacia donde estaba aquella molesta rama. Sentí sus dedos rozando mis zapatos y un leve escalofrío recorrió todo mi cuerpo.
-Ya está.-
Levanté mi pie y, en efecto, ya estaba libre. Él me ofreció una mano para ayudarme a ponerme en pie. Yo la acepté, agradecida. Me sacudí el vestido y fijé mi mirada en sus ojos, que, a pesar de la oscuridad, brillaban de ese hermoso color azul que tanto me gustaba.
-Y bueno... ¿Me vas ha decir que hacías aquí?- dije, rompiendo el silencio.
-Solo tomaba el aire. Me gusta pasear por la noche. Este silencio me reconforta, me hace pensar con claridad y reflexionar sobre lo ocurrido en el día.- entonces me miró, con un brillo de duda en su mirada.- Y... ¿Qué te trae a ti por aquí?
Me quedé en silencio, sin saber que responderle. Al principio pensé en decirle que, al igual que él, yo también estaba tomando el aire, pero dudaba que se lo tragara.
Él se cruzó de brazos, esperando a que contestara.
-Bueno yo... Naomi lleva una semana desaparecida. Tenía la intención de encontrarla.- murmuré, tímidamente, mientras desviaba la mirada.
-No tenía ni idea.- dijo él.- Y, ¿dónde crees que puede estar?
-En la taberna del pueblo. Estoy segura de ello.- dije firmemente- Y todo por culpa del cerdo del camarero, que seguro que ni siquiera la quiere...- gruñí para mí misma.
-¿Y pensabas irte hasta el pueblo tú sola?- me preguntó, mientras alzaba una ceja- Ni hablar, te acompaño.
-No hace falta, puedo ir yo sola...- murmuré.
''Mentira'' dijo una voz en mi cabeza'' Estás deseando que te acompañe y lo sabes''.
Él sonrió. Su sonrisa no presentaba aquellos hermosos hoyuelos como la de Jack, pero, me encantaba la forma en la que sus mejillas adquirían esa tonalidad rosada cuando sonreía.
-Llevas poco tiempo en la academia, por lo que, puedo intuir que no sabes llegar al pueblo tu sola, ¿me equivoco?- alzó una ceja, con esa sonrisa aún en su boca.
Me sonrojé levemente, él había dado exactamente en el clavo.


Bufé.- Está bien, puedes venirte.-

¡Buenas mis queridas lectoras!
¿Qué tal os va?
¿Os ha gustado el capítulo? Sinceramente, a mí me ha gustado como me ha quedado, pero, no por el contenido, si no por la manera en la que lo he escrito. Creo que poco a poco estoy desarrollando mi propio estilo a la hora de escribir y eso me pone feliz :)
En fin, en esta entrada no os traigo muy buenas noticias. ¿Os acordáis de que os dije que mis padres compraron una casa en la playa? Pues veréis, mañana me voy a ir allí, y a saber cuando volveré (creo que a mediados de agosto). ¿Lo peor de todo? ¡Qué allí no tengo internet! Por lo que, a no ser que consiga algo de internet del móvil de mi padre no voy a poder subir capítulo hasta que suba. De todas formas, aunque esté de vacaciones, voy a seguir escribiendo (ya que sin internet y sin amigos allí me voy a aburrir MUCHO) por lo que, cuando vuelva, llevaré tres o cuatro capítulos escritos fijo, por lo que... ¡Tardaré menos en subir! :D

En fin, esta vez me despido con la nueva canción de mis cinco idiotas... ¿Qué deciros? La canción es una pasada y el vídeo... ¡Ni os cuento! El mejor que han hecho sin duda, lo que me he podido reír...
Aunque no os guste One Direction, os recomiendo sinceramente verlo.
Bye!
Os echaré de menos :')

viernes, 19 de julio de 2013

Capítulo 4, segunda parte

CAPÍTULO 4, SEGUNDA PARTE
Sentía voces hablando en susurros cerca de mí. Y pasos, que se acercaban hacia el lugar en el que me encontraba. Todo lo que veía era oscuro, seguía encontrándome débil para abrir los ojos. Entonces sentí un suave tacto en mi frente, y un olor familiar se coló por mi nariz. Olfateé durante unos segundos, ¿de qué me sonaba tanto?
Sonreí. Fuera lo que fuera, me encantaba aquel olor.
Entonces, empecé a abrir los ojos lentamente. Al principio, los fuertes rayos de sol que entraban por la ventana me resultaron molestos, pero tras unos segundos, conseguí acostumbrarme.
Me senté en la cama y pasé una mano por mi frente, la cual estaba llena de sudor.
Giré la cabeza y entonces lo vi, un ramo de claveles de un hermoso color rosa, situados encima de una mesa junto a mi cama.
Una amplia sonrisa se formó en mi rostro, no tenía ni idea de quien las había dejado ahí, pero sin duda, había acertado, los claveles eran mi flor favorita.
Y entonces, después de darle un rápido vistazo a la sala caí en la cuenta de que no me encontraba en mi habitación, si no en la enfermería de la academia.
¿Cómo había llegado hasta allí? ¿Qué había pasado? Numerosas preguntas vinieron a mi mente.
Entonces una enfermera entró en la habitación.
-¿Qué tal te encuentras?- me preguntó, formando una forzada sonrisa en su rostro.
-Mmm... Bien... Estoy bien...-murmuré.
La enfermera me dirigió una última mirada y salió de la sala.
De repente, pude captar unas voces que venían de fuera.
-Entonces... ¿Se ha despertado?- decía una voz chillona que conocía a la perfección.
Sonreí, esa tenía que ser Naomi.
-Sí, pero por ahora es mejor que no reciba visitas.- dijo una segunda voz, la de la enfermera que había entrado antes.
-Por favor...- suplicó Naomi- Solo vamos nosotras dos, no le molestaremos se lo prometo.
Oí el exasperante suspiro de la enfermera mientras el manillar de la puerta empezaba a girarse.
Finalmente la puerta se abrió, dejando al descubierto el rostro de Naomi y una chica que me sonaba mucho, pero no conseguía recordar de que la conocía.
-No armen escándalo.- avisó la enfermera- Hay más gente en la sala.
Cerró la puerta.
Naomi y la chica vinieron corriendo hacia el lugar en el que me encontraba.
Naomi fue la primera en hablar.
-¿Qué tal te encuentras?- entonces se fijó en los claveles que había encima de la mesa.- Uuu... ¿Tienes un admirador secreto y no me has dicho nada?- dijo, guiñándome un ojo con picardía.
Solté una pequeña carcajada.
-Sinceramente, no tengo ni idea de quien los ha dejado ahí.- cogí el ramo de la mesa y lo olfateé, una vez más.- Me encanta el olor que tienen.
Entonces aquella chica que acompañaba a Naomi me miró y sonrió tímidamente.
-Muchas gracias por lo que hiciste. Fuiste muy valiente plantándole cara a Lauren por mí.-
Y entonces lo recordé todo. La discusión que había tenido con Lauren por tirarle el plato de sopa encima a aquella chica. Y... Lo muy furiosa que me puse cuando manchó mi vestido con su zumo.
De lo demás no recordaba nada, sentía que estaba olvidando algo importante, pero no sabía que era.
-No hay de que.- dije, devolviéndole la sonrisa a aquella chica.
-Por cierto, soy Emily.- dijo, mientras me daba dos besos en la mejilla como saludo.
-Yo Lena.- entonces me dirigí hacia Naomi, algo desconcertada.- ¿Qué pasó cuándo Lauren manchó mi vestido de zumo? ¿Cómo he llegado hasta aquí?- le pregunté.
Ella se quedó en silencio durante unos segundos. Me contempló y pude detectar una sombra oscura en su mirada.
-Realmente... Nadie lo sabe. - al ver la duda en mi cara decidió continuar con su explicación.- Cuando Lauren te tiró el zumo... Lena.. Estabas rara... Había algo en ti... Raro... Entonces miraste a Lauren a los ojos y te desmayaste. A ella empezó a pasarle algo de lo que nadie tiene explicación, soltó un chillido y se tiró al suelo, mientras gritaba del dolor.- bajó la mirada con tristeza.- Ella... Estaba sufriendo... Nadie sabía que hacer, entonces vinieron unos profesores y os llevaron a las dos a enfermería.
Nos quedamos unos instantes en silencio. Estaba confusa, muy confusa. Millones de preguntas sin respuesta merodeaban por cada uno de los rincones de mi mente.
Entonces Emily habló, rompiendo aquel incómodo silencio.
-Cuando salgas de la enfermería... Bueno... Que no te extrañe si oyes...Rumores.- bajó la mirada tímidamente.
La miré, algo desconcertada.
- ¿Rumores? ¿Qué rumores?-
Naomi se sentó en el borde de mi cama y me miró seriamente.
-Hay quienes piensan que... Bueno... Que eres bruja.-
-¡Pero no les hagas caso!- añadió Emily rápidamente- Son unos idiotas...
Recapacité durante unos instantes. ¿ De verdad pensaban que yo era bruja?
De repente, todas esas cosas raras que últimamente estaban pasando a mi alrededor me vinieron a la cabeza, haciendo que floreciera un sentimiento de duda en mi mente.
'' ¿Y si tienen razón? ¿Y si soy una bruja?'' pensé, aterrada.
Quizás, eso explicaría aquella sensación extraña que empezaba a nacer en mi pecho... Rápidamente, sacudí la cabeza, desechando todos esos pensamientos que venían a mi mente, yo no podía ser bruja, las brujas no existen. Repetí estas palabras en mi mente, intentando autoconvencerme a mi misma, pero aún así, la sombra de la duda seguía fija en mi corazón.
Naomi me miró, confusa.
-Pero... Tú no eres bruja... ¿Verdad?- preguntó tímidamente.
-¡Claro que no!- contesté mientras me cruzaba de brazos.
Naomi soltó un pequeño suspiro de alivio.
-Perdona, pero necesitaba asegurarme.

La semana transcurrió con normalidad, bueno, depende de lo que se entienda por ''normalidad''.
La mayoría de los estudiantes que estuvieron presentes en mi discusión con Lauren me odiaban o pensaban que era bruja.
Algunas personas llegaban a creerse la historia hasta tal punto que me pedían que le echara encantamientos a alguien. Como el caso de Victor (estudiante de tercero) que me pidió que hechizara a Helena para que saliera con él, aún recuerdo su cara de decepción cuando le dije que no era bruja.
Por si fuera poco, aquella sensación del pecho no se iba, y cada vez que me enfadaba, subía hacia mis ojos con intención de salir, seguía sin saber que era, pero siempre que la había dejado salir habían ocurrido cosas malas, por lo que, aprendí que, relajándome, podía controlarla.
Lo peor de todo era Naomi. Últimamente desaparecía muy a menudo, de forma que, había clases a las que no asistía y siempre que la veía, no me dirigía la palabra. Por lo que está última semana la pasé con Emily, quien al principio resultó ser algo tímida, pero con el tiempo resultó ser una muy buena persona, por lo que le cogí confianza enseguida.

Salí de clase de construcción de objetos, sosteniendo mis pergaminos y mi pluma en la mano. Entonces, la vi, Naomi andaba por los corredores a paso rápido. Corrí hasta situarme a su lado.
Esta al girarse se sobresaltó al verme.
-¡Por dios Lena! ¡No vuelvas ha hacer eso!- me riñó mientras me guiñaba un ojo- Menudo susto me has dado.
Le dediqué una pequeña sonrisa.
-¿Dónde has estado?- le pregunté dirigiéndole una mirada de reproche- Últimamente estás faltando mucho a clase...
-A bueno yo... - dijo, mirando a su alrededor.
Entonces me cogió del brazo y me arrastró lejos de allí.
-¿A dónde vamos? - le pregunté, algo confusa.
-A mi habitación, allí los profesores no nos oirán...- susurró mientras cerraba la puerta tras de sí.
Me senté en su cama y la miré algo preocupada.
-Naomi... ¿Qué has hecho?-
Ella soltó una pequeña carcajada.
-¡No me mires así mujer! Que no he robado nada.- dijo, guiñándome un ojo.
Suspiré aliviada. Y esperé unos instantes a que Naomi hablara.
-Verás... ¿Te acuerdas de Edward?- asentí con la cabeza- Pues... Estoy saliendo con él. Quedamos una vez y a partir de ahí, nos estamos viendo más a menudo...
-Pero... ¿Cómo os veis? Es decir... Nos tienen prohibido salir de la academia. Por no hablar de que, la mayoría del tiempo tenemos clase.- razoné, cruzándome de brazos.
Entonces Naomi me miró y lo comprendí todo.
-No... ¡No! Estás saliendo de la academia a escondidas, ¿verdad?-
Naomi bajó la cabeza, algo avergonzada.
-Lena... Estoy enamorada de él.-
Se sentó en una silla, frente a mí.
-Pero... ¿Por qué no me lo dijiste?- le pregunté.
Ella me miró una vez más, pero no contestó.
-Naomi... ¡Esto es una locura! Si él de verdad te quisiese no dejaría que perdieras clases o que tuvieras el riesgo de que te pillasen merodeando por las afueras de la academia... ¡Podrían expulsarte!- dije, alarmada.
-¿Ves? Por esto precisamente no te lo quería decir... Sabía que me echarías la bronca...- dijo, mientras se levantaba de la silla, dispuesta a salir.
La agarré del brazo, impidiéndole que avanzara.
-Naomi, escúchame... Si a él le importaras realmente, vendría él hasta aquí a verte, en vez de tú tener que arriesgarte tanto para llegar hasta allí.- dije, suavemente.
Naomi soltó mi agarre, furiosa.
-¡No lo entiendes! ¡Tú no entiendes nada! Él... Él... Tiene trabajo-
-¿Enserio? ¿Esa taberna mugrienta sin apenas clientes es trabajo?- no pude evitar que mi tono de voz sonara ligeramente sarcástico- Naomi... ¡Tú tienes que ir a clase! Dudo que pase algo porque deje su taberna sola unos instantes.
-¡No debería haberte contado nada!- dijo, mientras una pequeña lágrima resbalaba por sus mejillas- Yo... Pensé que me entenderías, al igual que yo siempre he entendido lo tuyo con Erick. A pesar de que él me gustaba no hice nada, porque sabía que nunca se fijaría en mí. Él estaba demasiado ocupado mirándote a ti.
La miré, algo extrañada.
-Naomi... Entre Erick y yo... No hay nada.- le expliqué.- A parte yo... No sabía que te gustaba...
-Me gustaba... Pero ya no... Estoy enamorada de Edward.- dijo, firmemente.
-Naomi, ¿estás segura? Hay veces, en las que confundimos el amor. - dije, mirándola a los ojos.- ¿Y él? ¿Está enamorado de ti?
Ella giró la cabeza bruscamente y se apartó de mí.
-No tengo que daros explicaciones ni a ti ni a nadie.-

Entonces dio media vuelta y corrió por los corredores. Pensé en seguirla, pero algo en mí me dijo que no valía la pena, dijera lo que le dijera ella no iba a cambiar de opinión y me dolía, ya que tenía la intuición de que aquel chico estaba jugando con ella y acabaría rompiéndole el corazón.

¡Buenas mis queridas lectoras! 
¿Qué tal?
Antes de nada... Lo sé, este capítulo huele a trol mezclado con caca de... Gnomo y...Rebozado con sesos de... ¡Voldemort!
Vamos, que apesta (ahora no me pongáis por comentarios que es mentira porque NO, no lo es).
Pero es que... Tengo que aburriros durante un poco más hasta que llegue lo bueno (Sorry).

Me despido con la última cover de uno de mis novios, James Maslow

Bye! :)


sábado, 13 de julio de 2013

Capítulo 4 (primera parte)

CAPÍTULO 4
Entonces, todo se volvió oscuro. El rostro de Jack descansando sobre mis piernas empezó a emborronarse.
-¡JACK!- grité, mientras numerosas lágrimas resbalaban por mis mejillas.
Yo intentaba aferrarme a su mano con fuerza, pero todo el paisaje se volvió más y más borroso.
La escena cambió. Todo se volvió completamente oscuro. Un silencio se adueñó del ambiente.
-No podrás protegerla para siempre y lo sabes.- una voz grave retumbó fuertemente en la oscuridad.- Algún día ellos la encontrarán.
-Haré todo lo posible para que ese día no llegue.- una segunda voz intervino. Una voz que podría haber reconocido en cualquier parte. La voz de Erick.
Esta última frase se repitió una y otra vez en mi cabeza, cada vez se hacía menos entendible.
Y entonces, cuando apenas se escuchaba un débil susurro, abrí los ojos.
Gotas de sudor surcaban por mi frente. Respiraba con dificultad, asimilando que todo había sido una pesadilla, una simple pesadilla. Estaba acostumbrada a tener pesadillas con la muerte de Jack, pero la última escena, esa fue la que más desconcertada me había dejado. Intenté no pensar más en ello, ya que lo único que conseguía era provocarme dolor de cabeza.
Me levanté de la cama. Anduve a oscuras hasta que encontré la puerta del pequeño balcón. La abrí de par en par, haciendo que la tenue luz de la luna alumbrara la oscuridad de mi cuarto.
Me asomé al balcón, pensativa, mientras observaba las vistas del bosque que bordeaba la academia. Una suave brisa de aire helado entró por mi habitación, algo que agradecí, ya que tenía mucho calor.
Algo frío me cayó en la cabeza. Al principio pensé que estaba chispeando. Pero al alzar la mirada pude comprobar que eran pequeños copos de nieve. ¡Estaba empezando a nevar!
Jack y yo solíamos hacer guerras de bolas de nieve o construir graciosos muñequitos cuando nevaba.
Me di un cabezazo contra la pared. ¡Ya estaba pensando de nuevo en él!
De repente, vi un resplandor blanco proveniente del bosque. Como el que vi cuando Naomi y yo seguimos a Erick. Erick... No pude evitar sonreír al acordarme de él. La imagen de su rostro se formó en mi mente. Sus hermosos ojos azules, su pelo castaño a mechones desordenados cayendo sobre su frente y... Su sonrisa, aquella sonrisa que conseguía que mi corazón marchara a cien por hora.
Me dejé caer de nuevo en la cama, agotada. Desde hacía un par de días me sentía rara. Algo estaba cambiando dentro de mí y no sabía que era. ¿Qué me estaba pasando?

Empecé a jugar con aquella pluma que había encontrado, pasándola entre mis dedos. La profesora de historia hablaba y hablaba. Yo apenas me enteraba de nada. Sentía que estaba flotando en una nube, rodeada de pensamientos e ideas sin sentido. Por no hablar de las enormes ganas de dormir que tenía. Después de haber tenido esa pesadilla anoche, me quedé despierta, ya que no me entraba sueño. Eso estaba empezando a pasarme factura, mis ojos apenas podían mantenerse abiertos, sentía los párpados cada vez más y más pesados.
De repente sentí todas las miradas de clase clavadas en mí, la profesora fruncía el ceño. Eso me hizo pensar que algo estaba pasando, me enderecé en mi silla e hice un gran esfuerzo por mantener mis ojos abiertos.
-Señorita Rodrilson, ¿tan aburridas son mis clases para que no esté prestando atención?- preguntó la profesora, mientras se cruzaba de brazos, esperando una respuesta.
Me quedé en blanco, sin saber que decir. Bajé la cabeza algo incómoda ante la atenta mirada de todos mis compañeros de clase.
-No es eso... Bueno... Yo...- empecé a balbucear.
-No se moleste en excusarse.- dijo la profesora, mientras dejaba un pergamino encima de mi pupitre- Esta es la corrección de su trabajo. Bastante bueno por cierto.
La profesora se alejó de mí y se colocó en el centro de la clase, mientras contemplaba a todos sus alumnos con aquella mirada tan intimidante.
-Pero eso no es suficiente. Atender en clase suma muchos puntos en vuestras notas finales.- esta vez la profesora se dirigió a mí- Espero que lo tenga presente para la próxima vez.
Bajé la cabeza y murmuré un inentendible ''sí, profesora''. Una pequeña risa se escuchó en el fondo de la clase. No me hizo falta girarme para averiguar de quien pertenecía. Lauren. Apuesto a que me estaría criticando junto con sus amiguitas.
De repente sonó el timbre.
''Al fin'' pensé mientras recogía mis materiales de la mesa. Noté una presencia junto a mí. Christian.
-Lena... ¿Estás bien? Tienes mala cara.- dijo él, mientras se pasaba una mano por su pelo- Bueno... ¡No! No es eso lo que quería decir... No es que tengas mala cara, no me malinterpretes, sigues igual de hermosa que siempre... Yo... Simplemente...Parece que estés enferma, se te ve muy cansada.
Solté una pequeña carcajada.
-Tranquilo, te he entendido.- le dediqué una pequeña sonrisa.- Simplemente estoy algo cansada, no he dormido muy bien esta noche.
-¿Y eso?-
-Bueno, yo... Tuve una pesadilla.- dije, mientras desviaba la mirada algo avergonzada.- Lo sé, es una tontería.
-No es ninguna tontería.- dijo él, devolviéndome la sonrisa.- ¿Sabes? Dicen que si le cuentas a alguien tus pesadillas, te sientes mejor.
Bajé la mirada tristemente.
-Ojalá eso fuera cierto.-
Christian me miró, pude detectar preocupación en sus expresivos ojos color miel.
-Lena... ¿Seguro que estás bien? Yo... Si quieres hablar con alguien, estoy aquí para lo que quieras.-
-Gracias Christian.- dije, mientras le sonreía tímidamente.- Pero prefiero no hablar de ello.
-Entiendo.-
De repente alguien me agarró del brazo. Me giré y me topé con Naomi, quien le dirigía una vacilante mirada a su hermano.
-¿Te importa que te la robe?- dijo guiñándole un ojo a Christian.
Yo no pude evitar soltar una pequeña carcajada al ver la expresión de este.
Naomi me puso frente a ella y me contempló, haciendo una exagerada mueca con la cara.
-¡Menudas ojeras!- exclamó, mientras me arrastraba hacia el merendero de la academia.- ¡Necesitas que te dé el aire libre!
Aspiré el aroma del aire fresco. Sonreí. Realmente Naomi estaba en lo cierto. Salir a tomar el aire había sido una buena decisión.
Nos sentamos en la mesa en la que nos solíamos poner y empezamos a comernos nuestro almuerzo.
De repente empecé a oír risas y un pequeño llanto.
-¡Mi vestido!- exclamó una voz. Parecía estar llorando.
-¿Qué tal estaba el almuerzo?- una segunda voz intervino, esta la conocía. Lauren.
-¿Le ha sentado bien a la señorita?- preguntó otra voz, en tono burlón. Esta parecía ser Melanie, una de las amigas de Lauren.
-¿Porqué habéis hecho eso?- dijo, temblorosa.- Yo... No lo había hecho aposta, me resbalé.
Aquellas molestas risas volvieron, ahogando el llanto de la chica.
Me levanté de un salto, furiosa.
-¿Qué haces?- dijo Naomi, mientras se situaba a mi lado.
-Me parece que Lauren le ha hecho una de sus jugadas a una chica nueva. No pienso dejar que la manipule como se le antoje.- dije, mientras me dirigía firmemente hacia el lugar del que provenían las voces.
Noté como Naomi corría hasta situarse a mi lado.
-Es una locura, pero te acompaño.- dijo, mientras me guiñaba un ojo.
Nos acercamos a una mesa, en la que estaban amontonados una gran parte de los estudiantes. Me hice paso entre toda la muchedumbre, hasta que pude llegar a ver la razón de que toda esa gente estuviera allí. Había una chica, en el suelo, tenía los ojos llorosos y su vestido estaba manchado con lo que parecía, sopa de pollo. A su lado, con el plato de sopa vacío, se encontraba Lauren, quien sonreía con superioridad y sus amigas, Melanie y Cristal.
Me acerqué a la chica y le tendí una mano, ayudándola a levantarse. Ella la aceptó y susurró un tímido ''gracias''.
Naomi se giró y se volvió hacia todos los estudiantes, que contemplaban la escena con curiosidad.
-¡Y vosotros! ¿Es que no tenéis nada que hacer?- exclamó mientras se situaba a mi lado.
Los estudiantes se miraron entre ellos, pero no se movieron del sitio.
-Panda de cotillas.- gruñó Naomi.
Me dirigí hacia Lauren, quien me miraba con una amplia sonrisa en la cara.
-¿Por qué le has hecho eso?- dije, firmemente.
-¿Sabes? En primer lugar, no debo darte explicaciones de lo que hago o dejo de hacer. -empezó a caminar en círculos, a mi alrededor- Pero, esta vez lo voy ha hacer. Esa idiota se chocó conmigo. Por su culpa se derramó el zumo de naranja en mi vestido.- señaló una pequeña mancha en un pliegue de la falda.
De repente la chica nueva intervino.
-¡No lo hice aposta! Yo... Resbalé... No...No quería hacerlo...- balbuceó.
-¿Y le has tirado un plato de sopa entero solo por qué salpicó una pequeña gota de zumo en tu vestido?- dije, cruzándome de brazos.- Es patético.
Lauren se acercó un paso hacia mí, mirándome fijamente con aire de superioridad.
-No te atrevas a hablarme en ese tono.- me amenazó.
-No eres nadie para decirme lo que tengo que hacer.-
Ella me miró y sonrió.
-Te estás pasando...-
Le arrebató el resto del zumo a Melanie de las manos y, lo vertió rápidamente sobre mi vestido. Cuando reaccioné ya era demasiado tarde, estaba manchada de zumo hasta arriba.
Los estudiantes a nuestro alrededor empezaron a murmurar , noté como Naomi intentaba secar las manchas de mi vestido con una servilleta, pero yo apenas prestaba atención. Estaba furiosa, furiosa de que Lauren pudiera manipular a la gente como si se trataran de muñecos de trapo. La contemplé, apretando los puños. Sentí una energía brotar de mi pecho, una energía oscura, que salió al exterior a través de mis ojos. Se me empezó a nublar la vista. Contemplé a Naomi, quien miraba un punto delante de mí preocupada. Y entonces, todo se volvió oscuro, pude detectar un grito antes de caer en el frío suelo recubierto de nieve.


¡Buenas mis queridas lectoras!
Sí, lo sé, este capítulo apesta, es corto y sin emoción alguna. Pero creerme, lo bueno se hace de esperar. Tened en cuenta que esto apenas es el comienzo de la novela ;)
Eso sí, la segunda parte de este capítulo será mucho mejor, esta mañana me han venido unas cuantas ideas a la cabeza que pueden ser bastante útiles.
Bueno, ¿qué tal os está yendo el verano? 
¡A mí genial! Mis padres han comprado una pequeña casa a segunda línea de playa y la estamos arreglando y eso... 
En fin, me despido con una canción de Auryn, ''Make My Day''.
El vídeo es una PA-SA-DA y no lo habéis visto... ¡Hacerlo! 
David sale sexy *.*
Byeee! 

viernes, 5 de julio de 2013

Capítulo 3, segunda parte

¡Buenas queridas lectoras!
I'm so sorry... ¡Perdonadme! Tendría que haber subido el miércoles y estamos a viernes... :L
¡Si es que todo son distracciones! Ayer estuve a nada de terminar el capítulo, pero vinieron unos amigos de mis padres y tuve que apagar el ordenador ._.
En fin, aquí os lo dejo:

CAPÍTULO 3, SEGUNDA PARTE
Me quedé unos instantes en silencio, recapacitando sobre lo que acababa de suceder. Todo empezó con la piedra, esa que se elevó del suelo y arremetió contra Christian. A partir de ahí, estaban pasando cosas demasiado raras, cosas que, simplemente no tenían explicación.
Por no hablar de Erick, quien parecía que estaba ocultando algo. Mi cabeza daba vueltas, me sentía muy mareada. De repente las campanas de la iglesia sonaron. Me levanté de un salto. Si las campanas habían sonado es que ya debían ser las ocho.
Corrí alarmada hacia la plaza principal, en la que debían de estar todos los estudiantes. Un sentimiento de culpabilidad se apiadó de todo mi cuerpo, había dejado tirada a Naomi. Había estado tan ocupada pensando en como escapar de aquel hombre que me olvidé de que había quedado con ella.
Finalmente llegué a la plaza principal, donde, en efecto, estaban todos los alumnos. Solté un largo suspiro, aliviada y apollé las manos en mis rodillas, intentando recuperar el aliento. Acababa de darme una buena carrera.
-Lena.- dijo una voz.
Alcé la mirada y me topé con Christian, quien me dedicaba una de sus hermosas sonrisas.
-¿Estás bien?- me preguntó.- Te he visto corriendo y pensé...
Le corté antes de que pudiera terminar la frase.
-Tranquilo, estoy bien. Simplemente se me hizo tarde y tuve que venir corriendo.- expliqué, mientras buscaba a Naomi con la mirada entre la multitud de estudiantes.
-Bueno, realmente esta no fue la razón por la que te vine a buscar.- hizo una pausa, como tratando de encontrar las palabras adecuadas.- Yo, me preguntaba si...
Entonces fue cuando la vi, parecía enfadada.
-Lo siento Christian, tengo que irme. Luego hablamos.- dije rápidamente, antes de que pudiera terminar lo que me estaba diciendo.
Me abrí a empujones entre todos los estudiantes. Justo cuando estaba apunto de llegar hasta Naomi, alguien me tiró del brazo, atrayéndome hacia él.
Me di la vuelta aterrada, pero al comprobar que era Erick, me relajé.
Lo tenía a escasos centímetros, su pelo castaño acariciaba mi frente.
Su intensa mirada de ojos azules estaba clavada en mi.
-Lena, respecto a lo ocurrido antes...- hablaba en susurros, como si no quisiera que nadie le oyera.- Tengo que pedirte un favor... No se lo cuentes a nadie.
Lo miré intrigada.
-Erick... ¿Qué está pasando?-
-Tú solo confía en mí, por favor. No se lo cuentes a nadie.- se alejó de mí y se mezcló entre la multitud de estudiantes.
Solté un suspiro. Realmente no entendía a este chico. Retomé mi camino inicial, en busca de Naomi. Finalmente me situé frente a ella, pensando en que decirle para excusarme.
Ella al verme me fulminó con la mirada y se cruzó de brazos, algo que siempre hacía cuando estaba enfadada.
-Con que ahora vienes, ¿eh?- dijo bruscamente, mientras desviaba la mirada- ¿Después de dejar tirada a tu amiga tienes las agallas de buscarla?
Tragué saliva.
-Yo... Naomi... Estaba... ¡Se me pasó el tiempo! Y... ¡Eran las ocho!- empecé a balbucear palabras sin sentido.
-Estuve esperando una hora. ¡Temía que te hubiera pasado algo!- dijo ella.- ¿Dónde estabas?-gruñó.
-Me entretuve paseando por el bosque cercano al pueblo.- mentí, frotándome las manos con nerviosismo.- ¿Sabías que hay una tienda de dulces al lado del río?
Ella estuvo en silencio durante unos instantes, finalmente clavó su mirada de grandes ojos marrones en mí.
Alzó una ceja y, vi como hacía unos tremendos esfuerzos por no reírse.
-No intentes mentir. Se te nota fácilmente.-
Me quedé recapacitando durante unos segundos. Mi cabeza me decía que debía contarle la verdad, lo ocurrido hace escasos minutos, Naomi era mi mejor amiga y se merecía que fuera sincera con ella. En cambio mi corazón, ese maldito órgano que siempre te echa hacia atrás en todas tus decisiones, me suplicaba que cerrara la boca, si Erick había dicho que no lo contara a nadie tendría sus razones. Finalmente, después de montar una especie de mini debate en mi cabeza, decidí hacerle caso al corazón y cerrar el pico.
-Yo... Mira, te parecerá absurdo, pero simplemente no puedo decirte donde estaba...- intenté buscar las palabras adecuadas para no meter la pata- No es mi...Decisión.
-Oh... Entiendo... No confías en mí.- dijo desviando la mirada hacia un punto detrás mía.- Entiendo que a veces puedo ser algo bocazas, pero cuando se trata de amigos, sé mantenerme callada.
-¡No lo entiendes! No es que no confíe en tí. No lo puedo decir a nadie y...- no terminé la frase, ya que me di cuenta de que Naomi a penas estaba prestándome atención.
Me giré e intenté averiguar lo que estaba mirando.
Ella estaba sonriendo a un chico que se dirigía hacia nosotras. Tendría nuestra edad aproximádamente. Su cabello era rubio y tenía unos pequeños ojos azules. Su tez era realmente blanca, algo que me hizo pensar, que quizás fuera estrangero. Entonces él me miró con sorpresa y me pareció ver algo oscuro en su mirada, fuera lo que fuera, me daba mala espina. Finalmente llegó y le tendió a Naomi una pulsera plateada.
-Te la dejaste en la taberna.- dijo el chico, dedicándole una amplia sonrisa.
Cogió con delicadeza su mano y se la abrochó. Pude advertir como Naomi, a mi lado se sonrojaba levemente.
-Gracias Edward.- dijo con voz temblorosa, devolviéndole la sonrisa.
El chico nos echó una última mirada y dio media vuelta.
La profesora de historia nos lanzó un grito desde la multitud de estudiantes, indicándonos que íbamos a partir ya. Naomi se había quedado paralizada, presentando aquel leve rubor aún en sus mejillas, por lo que tuve que llevarla a rastras junto al resto de estudiantes.
Me aclaré la garganta, llamando la atención de Naomi.
- Con que ese era tu amorcito, ¿eh?- dije, con picardía mientras le guiñaba un ojo.
Naomi me lanzó una mirada fulminante, pero no duró demasiado, ya que no pudo evitar soltar una pequeña carcajada.
-¡Es imposible enfadarse contigo!- protestó mientras se cruzaba de brazos de forma infantil.
-Entonces... ¿Olvidamos lo ocurrido hoy?- dije, intentando hacer las paces con ella.
Naomi dudó durante unos instantes, pero finalmente asintió con la cabeza y me dio un corto abrazo.
-A pesar de que tengo mucha curiosidad por saber que es eso tan importante, supongo que, si no me lo has dicho, tendrás tus razones.-
Le dediqué una pequeña sonrisa, eso era precisamente lo que me gustaba de Naomi, era de aquellas personas que comprende a los demás y sabe escucharte.


Caminaba sola. Por un pequeño caminito que salía del palacio en el que vivía con mis padres. Llevaba una cesta, en la que metía unas frutas que solo se encontraban por aquella zona.
Estaba contenta. Muy contenta. Canturreaba una vieja canción mientras recogía el máximo número de frutas posible.
Entonces sentí una presencia a mis espaldas. Sin girarme supe quien era, algo que hizo que mi sonrisa se ensanchara. Me rodeó por la cintura, como tantas veces había hecho, y pusó sus labios en mi cuello, dejando pequeños besos en él. Solté una pequeña carcajada y me di la vuelta. Él seguía tan hermoso como siempre. Su cabello dorado, caía a mechones desordenados sobre su frente y sus ojos, presentaban su habitual tono verde, con aquel brillo en la mirada que lo hacía tan especial. Nada más verme me dedicó una de sus deslumbrantes sonrisas mientras corría a envolverme en sus brazos. Apoyé la cabeza en su pecho, disfrutando de aquel olor a lavanda que presentaba su ropa.
-Tenía muchas ganas de verte.- susurró cerca de mi oído.
Sentía que mi corazón se saldría de mi pecho en cualquier momento. Aquella era una sensación que ningun otro chico había conseguido en mí.
-Yo también. Te he echado de menos.-
Él sonrió a más no poder, haciendo que unos adorables oyuelos se formaran en sus mejillas.
Se acercó a mi lentamente, hasta que nuestros labios se rozaron. -¿Tienes idea de lo mucho que te amo?- susurró mientras dejaba un pequeño beso en mis labios.
-¿De verdad vas a dejarme así?- pregunté mientras le ponía morritos juguetonamente.
Él acarició mi mejilla con ternura mientras me dedicaba otras de sus sonrisas.
-Sabes que no puedo.-
Posó sus labios sobre los míos. Ambos nos entregamos a fondo en aquel beso, dejando fluir todo nuestro amor en él. No pude evitar sonreír mientras lo besaba, me sentía más feliz que nunca. Estaba con la persona que más amaba.
De repente, resbalé con una piedra que se encontraba en el suelo, tirando a Jack al suelo conmigo. Ambos nos miramos y empezamos a reír a carcajadas. Me quité aquellos zapatos de tacón tan molestos y los lancé lo más lejos que pude.
Jack se puso encima mía y empezó a dejar pequeños besitos en mi cuello, provocando que mi risa aumentara.
-Jack...- susurré, haciendo que él levantara la cabeza para mirarme.- Te amo.
Él se quedó unos instantes en silencio, clavando sus intensos ojos verdes en los míos. Parecía pensativo. Entonces, su gesto cambió, se puso serio de golpe y se levantó del suelo, tendiéndome una mano para que me levantara con él.
-Jack.. ¿Qué pasa?- pregunté, desconcertada.
Él me rodeó por la cintura, en modo protector.
-He oído un ruído.- dijo, mirando con atención cada uno de los rincones del pequeño bosque que nos rodeaba- No te separes de mí y haz todo lo que te diga.
Asentí con la cabeza, algo asustada. Entonces lo vi, miles de sombras que daban vueltas alrededor de nosotros con una rapidez inhumana. Eran prácticamente imposibles de ver. Jack se puso rígido y apretó mi mano con fuerza, como temiendo que me fuera a ir en cualquier momento.
El paisaje se volvió extrañamente oscuro y un frío helado se apoderó de toda la zona. Sentía como se me ponía la piel de gallina, ante aquel brusco cambio temporal.
De repente, una rápida flecha con la punta de oro se dirigió hacia mi, a penas me dio tiempo a moverme. Justo cuando estuvo apunto de rozarme, Jack me tiró al suelo y se puso en mi lugar, de manera que aquella flecha le atravesó de lleno la parte del pecho.
-¡Jack! - grité mientras corría hacia su cuerpo, el cual estaba lleno de sangre.
Le saqué aquella flecha del pecho, mientras numerosas lágrimas resbalaban por mis mejillas.
-Lena...- susurró él, mientras me sujetaba la mano con dificultad.- Siempre estaré contigo.
Y entonces fue cuando lo perdí. Su pulso, se había ido.

Grité, descargando toda mi rabia acumulada. Me sentía incompleta, como si me hubieran robado una parte de mí. 

Fin del capítulo.
*Tachaaaaaaaaaaaan* 
¿Qué os ha parecido? ;) 
Lo he hecho un pelín más largo y todo, para que veáis  :P
En fin, me despido con un vídeo de mi querido Jack Harries (que cada día está peor) en compañía de su buen amigo Casper Lee.
En este vídeo van supuestamente ''ligando'' con las chicas utilizando letras de las canciones de One Direction. (Seeh, muy normal). Está en inglés, por lo que, si tenéis un inglés muy malo, no os recomiendo verlo jajaja