martes, 25 de junio de 2013

Capítulo 3 (primera parte)

¡Buenas! 
¿Qué tal están mis queridas lectoras? ;)
Antes de poner el capítulo, quería agradecerle a Sara por enviarme aquel e-mail que me hizo tan feliz. Enserio, ¡muchas gracias! Me encanta que la gente me de su opinión sobre la novela :3 (a propósito, gracias también a los que comentáis en cada entrada).
Recordad que si queréis contactar conmigo mi dirección de gmail es: maria.9rl11@gmail.com 
Y ahora sí, sin más demora, os dejo el capítulo:

CAPÍTULO 3
Sentía la hoja de la daga sobre mi cuello, el roce era frío y a la vez, mortal. Seguidamente el hombre la bajó un poco más, dirigiéndola hacia mi corazón.
Empecé a gritar fuertemente con la esperanza de que alguien me escuchara y viniera a ayudarme. El hombre al darse cuenta de mis intenciones me tapó la boca bruscamente.
-Calladita estás más guapa.- susurró cerca de mi oído.
Sentía su podrido aliento en mi oreja derecha, una sensación de ansiedad se apiadó de todo mi cuerpo. ¿Qué había hecho yo para morir?
De repente una fuerte sacudida de viento nos golpeó en la cara, pero el hombre se mantenía firme, sujetándome para que no me escapara. -¿También has hecho tú esto?- me preguntó soltando un gruñido.
Lo miré confundida.- ¿Hacer el qué?
Un fuerte ruido retumbó por todo el bosque, me tapé los oídos asustada.
-Apártate de ella.- dijo Erick, mientras le daba un fuerte puñetazo al hombre en la cara.
Lo miré algo confundida, pero a la vez aliviada, no tenía ni idea de como había llegado él hasta allí, pero me sentía segura, su presencia me reconfortaba.
A este le pillo por sorpresa, algo que le vino bastante bien a Erick, ya que se tiró encima de él y empezó a golpearlo con fiereza. El hombre se puso en guardia y contraatacó, sacando de su chaqueta, la daga con la que me había apuntado antes. Erick se detuvo y analizó la situación durante unos instantes, pude leer la sorpresa en su rostro, probablemente él no se esperaba que aquel hombre fuera armado. Este aprovechó su duda para clavarle su daga en el corazón. Solté un chillido. Por suerte, Erick se apartó con rapidez, de manera que le rozó el costado. Suspiré, aliviada y me apoyé en un árbol, mientras hundía mi cabeza entre mis manos. Me sentía mareada y me dolía todo el cuerpo. Contemplé asustada la pelea que estaba teniendo lugar a escasos metros de mí.
Erick era mucho más rápido y fuerte, cada uno de sus golpes contaban con una gran precisión y potencia, pero el otro hombre llevaba una daga, algo que le podría dar mucha ventaja.
Erick se giró durante una pequeña fracción de segundo, mirándome intensamente a los ojos, de su labio inferior brotaban grandes chorros de sangre.
-¡Huye!- gritó.
Yo le devolví la mirada, asustada. ¿De verdad pensaba que podría dejarlo allí como si nada? ¿Con un hombre psicópata armado? Negué con la cabeza y una pequeña lágrima resbaló por mi mejilla.
Este suspiró.- ¡Por dios Lena sal de aquí!-
El hombre se levantó del suelo. Cojeaba. Se acercó a mí, sonriendo siniestramente. Y, entonces caí en la cuenta de que, al fin, me dejaba ver su rostro. Era un hombre de mediana edad, rondaría los 40. Podría haber parecido una persona normal, pero había algo en sus ojos. Algo, que los hacía diferentes a los demás. Eran plateados y no tenían pupila.
Retrocedí asustada. Entonces aquel hombre desapareció de la nada. Noté una presencia a mis espaldas y me giré rápidamente.
-¡Sorpresa!- exclamó, mostrando unos podridos dientes.
Alguien tiró de mi y se colocó delante mía.
-Ni se te ocurra tocarla.- dijo Erick en tono amenazador, mientras me sujetaba el brazo dulcemente.
Aquel hombre empezó a andar a nuestro alrededor, mostrando una horrible sonrisa.
-Oh...Encantador. El caballero protegiendo a la damisela en apuros.- soltó una carcajada.- Eso está demasiado visto.
Erick se quedó unos instantes en silencio, analizando a su oponente. -¿Vienes solo?- le preguntó.
Esta vez el hombre me miró a mi. Mantuve durante unos segundos la mirada, pero no pude aguantar más y, finalmente la aparté, había algo oscuro en sus ojos plateados, algo, que me asustaba, pero a la vez me fascinaba.
- Sí, vine solo. No contaba con que estarías tú también.-
Empezó a jugar con su daga, dándole vueltas entre sus dedos.
-No soy idiota.- esta vez se dirigió hacia Erick, quien seguía sujetándome el brazo.- Sé lo difícil que es luchar contra criaturas como tú.
Erick se puso tenso, yo le lancé una fugaz mirada. ¿Criaturas como tú? ¿Qué ha querido decir con eso?
El hombre se puso cara a cara con Erick. Este no se movió de su sitio y mantuvo la mirada con aquel hombre extraño de ojos plateados.
El hombre le dio unos golpes en la mejilla a Erick, este agarró su muñeca con fuerza.
-Pero, tú sabes al igual que yo, que no siempre vas a estar ahí para protegerla.- el hombre sonrió una vez más y se esfumó de la nada.
Me di la vuelta rápidamente, temiendo que estuviera a mis espaldas, al igual que había hecho antes, pero no había ni rastro de él.
-Se ha ido.- anunció Erick, mientras se dejaba caer a los pies de un árbol.
Lo miré, se le veía preocupado, tenía sus hermosos ojos azules clavados en la espesura del bosque.
-Lena.- me llamó, mientras se giraba para mirarme- ¿Por qué no te fuiste cuando te lo pedí?
Aquella pregunta me pilló por sorpresa, me quedé unos instantes en silencio, pensando en que responder.
-Porque...-balbuceé.- Yo... No podía dejarte ahí...Solo...Con aquel extraño hombre... Yo... Tenía miedo, no quería que te pasara nada...- una pequeña lágrima resbaló por mi mejilla, me sentía estúpida.- Aparte, me habría sentido muy culpable si te hubiera dejado allí solo... No me lo habría perdonado.
Erick me contempló durante unos instantes, en silencio. La intensidad de su mirada se me clavaba en el corazón como 20 puñales. Aparté la mirada y, no pude evitar ruborizarme levemente.
Seguidamente me giré, y vi una pequeña mancha de sangre que traspasaba su camiseta, por no hablar de su labio inferior, el cual seguía sangrando.
-Erick... Estás sangrando...- le advertí, mientras me acercaba suavemente hacia donde estaba él.
Este bajó la mirada hacia su abdomen y abrió los ojos como platos.
-Deberíamos llamar a un profesor, para que te lo curen antes de que se infecte más.- dije, mirando la herida algo preocupada.
Erick apretó los dientes.- Dudo que los profesores puedan hacer algo...- murmuró recostándose en el árbol.
-Pero... Si los profesores no hacen nada, ¿cómo pretendes curar la herida?- le pregunté, alarmada.
Él, sorprendentemente me miró, y esbozó una pequeña sonrisa.
-Sé que eres buena curandera, apuesto a que tú puedes hacer más que todos los profesores juntos.-
Me sonrojé levemente y miré al suelo. Una idea golpeó las puertas de mi mente, ¿cómo es que el sabía que yo era buena curandera?
Lo miré, algo desconcertada.
-¿Qué me dices? ¿Vas a ayudarme o no?- me preguntó mientras se cruzaba de brazos.
-Yo... Esto...Claro...-balbuceé- Me has salvado la vida...Es lo menos que puedo hacer.
Me senté en el suelo junto a él y me puse de rodillas, de cara a su herida.
Erick empezó a quitarse la camisa. Mis ojos estaban fijos en cada uno de sus movimientos, finalmente se la quitó y la dejó colgando en la rama del árbol.
Su torso desnudo era de las cosas más hermosas que había visto en toda mi vida, cada parte de él era perfecta. Su piel presentaba un ligero bronceado y parecía que brillara con luz propia. Tomé aire y rocé con las manos temblorosas la herida que se le extendía por el abdomen.
No era demasiado profunda, tenía un tacto extrañamente liso, como si hubiera sido hecha así aposta. Masajeé durante unos segundos la zona en la que se encontraba la herida.
Él se estremeció ligeramente ante el suave tacto de mis dedos en su piel.
Entonces caí en cuenta de que no tenía nada con lo que curarle.
-Pero...- murmuré, haciendo que Erick girara la cabeza para mirarme- Necesito vendas y desinfectantes para poder curarte la herida.
Él me sonrió dulcemente, mostrando unos hermosos dientes perfectamente alineados. Nunca antes lo había visto sonreír.
-No te hace falta nada de eso.-
Lo miré con la duda pintada en mis ojos, ¿qué quería decir con eso? Me puse el pelo detrás de la oreja y miré la herida una vez más.
'' Vamos piensa... Tú puedes hacerlo, él confía en ti... '' me dijo una voz en mi cabeza, esta cada vez se hacia más débil con cada una de sus palabras ''Lena... Tú puedes...''
Tomé aire y contemplé la herida. Sentía un cosquilleo extraño proveniente del pecho, este se fue extendiendo, hasta que pasó a mis manos.
'' ¿Qué me está pasando?'' me pregunté a mi misma, contemplando mis manos fascinada y a la vez, aterrada.
Me agaché hasta la herida y la rocé con la yema de los dedos. De repente, una parte desconocida de mí me daba órdenes, esa parte sabía lo que debía hacer para curar la herida.
Sentí una extraña energía fluyendo por mis dedos hasta llegar a la parte de su torso herida. Seguí acariciándola durante unos segundos hasta que la herida se curó por completo.
Aquella energía que fluía por mis dedos desapareció y contemplé mis manos algo confusa. ¿Qué es lo que acababa de hacer?
Erick alzó la mirada y me dedicó una media sonrisa. Se levantó y se puso su camiseta de nuevo.
-Muchas gracias.- me dijo y seguidamente, empezó a caminar en dirección al pueblecito.
Yo me quedé en shock durante unos segundos, pero finalmente eché a correr tras él.
-¡Un momento! ¡Espera!- lo llamé.
Él se giró y se cruzó de brazos, esperando a que hablara.
-¿Qué es lo que acaba de pasar? ¿Cómo hice eso? Y... ¿Cómo sabías que yo podía hacer eso?- pregunté.
Él me miró durante unos instantes y seguidamente, continuó su camino.
-¡Espera! ¡Respóndeme!- dije, avanzando hasta colocarme a su lado.
-Ya habrá tiempo para respuestas.- dijo él, mientras seguía andando.

Yo solté un largo suspiro y me apoyé en un árbol. Desde que le había curado la herida me sentía muy cansada.

Bueno... ¡Y eso es todo! :P ¿Qué os ha parecido?
Ya que estoy, antes de irme, quería comunicaros que probablemente tarde en publicar la siguiente parte del capítulo ya que mis padres se van de viaje cinco días y yo me voy a casa de mis abuelos (donde no tengo ordenador ._.) por lo que no voy a poder escribir :L
¡Os dejo con una canción de Austin Mahone! (estoy enganchada :3)
(Aunque no os guste él, os recomiendo que la escuchéis, yo no soy muy fan suya, pero la canción me gusta bastante).





miércoles, 19 de junio de 2013

Capítulo 2 (segunda parte)

¡Buenas! :3
¿Qué tal os va mis querid@s lectoras/es?
¡Al fin terminaron las clases! ¿Soy la única que necesitaba que llegara el verano URGENTEMENTE? (Lo dudo.)
En fin, os traigo la segunda parte del capítulo dos. Gracias a una amiga, me di cuenta de que en la entrada anterior, puse de título ''capítulo dos SEGUNDA parte'' cuando realmente es la primera. Lo cambiaría, pero me da pereza y, aparte, ¡ya lo ha visto un montón de gente! Por lo que considero que no vale la pena cambiarlo ahora.
Ahí va el capítulo:


CAPÍTULO 2, SEGUNDA PARTE
-¡Lena! ¡Lena abre que llegas tarde!-
Alguien golpeaba la puerta de mi habitación con fuerza. Me tapé las orejas con la almohada y me recosté en mi cama.
-¡Lena! ¡Quieres abrir de una vez!- volvió a gritar la persona tras la puerta.
Solté un largo suspiro y me levanté de la cama lentamente. Me restregué los ojos quitándome las legañas.
-Ya voy...-gruñí mientras me ponía una bata encima del pijama.
Abrí la puerta y me encontré con Naomi, quien frunció el ceño mientras se cruzaba de brazos. Llevaba su largo pelo rizado recogido en una coleta alta, algo que era raro, ya que ella siempre solía dejarlo suelto.
-¡Al fin abres!- me miró de arriba abajo mientras alzaba una ceja.- ¿Aún estás así? ¿Es que piensas ir en pijama a la excursión o qué?-
Abrí los ojos como platos y me di una palmada en la frente.
-Mierda, la excursión...-murmuré.- No me acordaba.
Naomi entró a mi habitación y empezó a revolver entre todos los vestidos de mi armario. Finalmente se decantó por uno.
-Toma.-dijo mientras me lo daba.
Yo lo agarré y ella empezó a empujarme hasta el cuarto de baño.
-Arréglate, te espero aquí.- dijo, mientras se sentaba en mi cama.
Solté un bostezo y entré al cuarto de baño a paso lento.
-¡Y date prisa!- gritó mientras cerraba la puerta tras de mi.
Contemplé el vestido que había elegido Naomi. Era corto, llegaba hasta poco más arriba de las rodillas. Un vestido perfecto para un día de campo. Me lo puse lo más rápido que pude y me hice una trenza hacia el lado, recogiendo todo mi largo cabello rubio.
-¡Ya estoy!- grité, haciendo que Naomi se levantara de la cama de un salto.
Esta agarró mi mano y juntas corrimos por los corredores, hasta llegar a la entrada principal de la academia, en la que se encontraban todos los estudiantes y profesores. Estos últimos nos fulminaron con la mirada y apuntaron nuestros nombres a la lista.
-Señoritas, empezábamos a pensar que no vendríais a la excursión.- comentó la profesora de historia alzando una ceja.
Me sonrojé levemente y miré al suelo, como si hubiera algo que admirar en mis bailarinas rojas.
-Bueno...Nosotras...-balbuceé.
Alguien soltó una carcajada a nuestras espaldas.
-Por lo visto a la bella durmiente se le olvidó que teníamos excursión.- dijo Lauren en tono burlón.
Rodé los ojos. No soportaba a esa chica. Desde el primer día me había cogido manía y siempre que podía se metía conmigo.
Apreté los puños y me puse en la cola, detrás de Christian y sus amigos.
-¿Es así con todo el mundo o solo conmigo?- le pregunté a Naomi refiriéndome a Lauren.
-Pues... La verdad que desde que llegaste tú está más borde.- dijo Naomi mientras se pasaba una mano por su pelo rizado.- Creo que te tiene envidia.
Me giré y la miré extrañada.
-¿Envidia? ¿A mí?-
Naomi soltó un suspiro.
-Mira, eres guapa y sabe que Christian va detrás tuya. Eso es lo que le pone furiosa. Ella lleva intentando que Christian se fije en ella años, llegas tú y consigues todo lo que ella no logró en un día. ¿Lo entiendes ahora?- dijo ella, hablándome lentamente, como si fuera una niña de dos años que está aprendiendo ha hablar.
-Espera un momento... ¿Christian va detrás mía?-
Naomi se dio una palmada en la frente y me sacudió.
-¡Por dios Lena! ¡Es obvio! Dejó flores en tu habitación anoche y lleva varios días buscándote intentando estar contigo a solas. ¿Es que no te das cuenta? -
-No sé... Yo... No me fijo en eso...-murmuré mirando a Erick de reojo.
La fila de estudiantes empezó a avanzar. Naomi tuvo que empujarme para que siguiera andando, ya que me había quedado perdida en la mirada de ojos azules de Erick.
Mientras andábamos por el bosque de camino al pueblo. Naomi me iba contando todo lo que íbamos hacer cuando llegáramos.
-¡Eso sí!- prosiguió- Lo primero es entrar a la caberna. ¡Tengo unas ganas tremendas de volver a verle!
-Como estás con... ¿Roberto?- pregunté, intentando recordar el nombre del camarero.
-¡Y dale con Roberto!- protestó ella, cruzándose de brazos de forma infantil- ¡Qué se llama Edward!


Después de una hora caminando, llegamos a nuestro destino. El pueblo era bastante pequeño. Me llamaron mucho la atención las casas ya que todas eran de tejados bajitos y colores vivos. Había montones de personas comprando en lo que parecía ser un pequeño mercadillo que se extendía por la plaza principal del pueblo.
-¡Os quiero a todos de vuelta a las ocho en la plaza principal!- gritó el profesor de construcción de materiales, intentando hacerse oir entre la muchedumbre.
Una vez oído el aviso del profesor, Naomi me cogió del brazo y me llevó a rastras hasta la puerta de lo que parecía ser una pequeña taberna.
-Oh... ¿No me digas que aquí trabaja tu amado?- dije en tono burlón.
Naomi me dió un golpe en el brazo.
-¡Entremos porfaa!- me suplicó.
Yo me giré para contemplar las vistas del pequeño pueblo. Era tan hermoso, lo último que me apetecía era entrar a una taberna apestosa para ver al camarero del que estaba enamorada mi amiga.
-Entra tú si quieres, yo creo que voy a darme una vuelta por el pueblo.-
Naomi protestó mientras se cruzaba de brazos, pero finalmente conseguí convencerla para que entrara, con la promesa de que dos horas después nos encontraríamos en la plaza principal para pasar juntas el resto de la excursión.
Empecé a pasear por las pequeñas calles del pueblo. Encontraba a varios estudiantes de mi academia, quienes me saludaban y preguntaban si me unía a ellos, yo me limitaba a responder un simple ''no'' acompañado de un ''gracias'' por el ofrecimiento.
Anduve durante una hora, bordeando el pequeño pueblo una y otra vez. Nunca me cansaría de hacerlo, era tan hermoso y acogedor.
''Probablemente a Jack le habría gustado.''pensé tristemente mientras contemplaba una pequeña tienda de dulces.
No pude evitar sonreír al recordar lo mucho que le gustaban los dulces. Siempre que podía me invitaba a dulces y nos los comíamos en la playa.
Una pequeña lágrima descendió lentamente por mi mejilla. Sacudí la cabeza y dejé de mirar la pequeña tienda. Al girarme, descubrí un camino que se abría en el bosque cercano al pueblo. Estaba adornado con unas hermosas flores que nunca antes había visto y enormes árboles que portaban jugosas frutas en sus hojas. Aquel paraíso era una tentación para mi, por lo que no pude evitar acercarme para contemplarlo más de cerca. Mientras me arrimaba, descubrí un pequeño riachuelo poblado por peces de colorines que atravesaba el camino. Sonreí y llené mis pulmones con aquel aire puro que reinaba en ese hermoso paisaje.
Me senté en el suelo, disfrutando del olor de la húmeda hierba y me quedé unos instantes en silencio, simplemente admirando las vistas.
De repente sentí pasos a mis espaldas. Me enderecé, poniéndome alerta. Aquellas pisadas habrían sido ignoradas por cualquier otra persona, pero no por mi, tenía la suerte de tener un oído especialmente fino, captaba cualquier mínimo sonido. De nuevo, más pasos, cada vez más cerca. Me levanté de golpe y analicé el lugar intentando captar de donde provenía aquel sonido. Y entonces lo vi, una sombra escondiéndose detrás de los matorrales con una rapidez increíble.
-¿Hola?- balbuceé asustada.
Se oyeron pasos, volví de nuevo a ver esa sombra. Empezó a correr con aquella rapidez inhumana de árbol en árbol, de manera que no podía ver su rostro.
-¿Quién eres?- pregunté mientras contemplaba cada uno de los movimientos de la sombra.
Oí una fuerte carcajada proveniente de uno de los árboles.
-Interesante... No te imaginaba con ese aspecto.- comentó la sombra.
Tenía una voz áspera, y grave, muy grave. Cada una de sus palabras retumbaron en mis oídos.
-¿A qué te refieres con eso?- pregunté frunciendo el ceño.
Volvió a soltar una carcajada, aún más fuerte que la anterior.
-Oh... ¿No te lo han dicho aún?- dijo en tono burlón.- Mejor... Así será más fácil.
Recapacité todo lo que había dicho esa extraña sombra.
-¿Qué es lo que no me han dicho? ¿Porqué será más fácil?- grité, esperando a que me respondiera.
Pero pasaron varios minutos y esa respuesta no llegó. Recorrí cada uno de los sitios en los que podría esconderse la sombra con la mirada, con la esperanza de ver algun rastro de esta por algún lado. Pero no hubo resultado, era como si, de pronto, hubiera desaparecido.
Solté un suspiro y me dispuse a salir del bosque cuando de repente sentí una presencia a mis espaldas. No me dio tiempo a girarme, ya que me agarró de manera que no podía hacerlo. Echó mi cabeza hacia atrás y posó su daga en mi cuello, haciendo que un pequeño brote de sangre descendiera.
-Eres tan hermosa... Es una pena...- dijo la misma voz que había oído hace unos instantes, la de la sombra.
Apretó aún más la daga a mi cuello. Mi respiración era agitada, no podía moverme, ya que al más mínimo movimiento tendría aquella daga clavada de lleno en el cuello.
'' Ojalá se apartara ese hombre de mi, por favor'' recé, apretando los ojos con fuerza haciendo que una lágrima resbalara por mis sonrosadas mejillas.
De repente empezó a oler a quemado. Bajé la mirada al suelo, una llamarada estalló a los pies de aquel hombre que me sujetaba. Este dio un salto y se apartó de mi durante unos instantes. Pero justo cuando me iba a escapar me agarró del cabello, tirando mi cabeza hacia atrás y agarrándome al igual que antes, mientras posaba su daga de nuevo, sobre mi cuello.
-Impresionante.- comentó el hombre.- Temía que hicieras eso...Menos mal que vine preparado.
A pesar de no verle la cara, podía imaginarme su horrenda cara formando una amplia sonrisa de satisfacción.

'' ¿De verdad este es el fin?'' pensé con melancolía derramando lágrima tras lágrima.

Bueno, ¡eso es todo! ¿Qué os ha parecido?
Sé que este capítulo es extremadamente corto, podría haberlo continuado, pero pensé : ''¡Va! Lo dejo así para dejar con la intriga a tod@s mis lectoras/es''.
A si que, agradecérmelo. Vamos, sé que me amáis. :P

Esta vez me despido con una preciosa voz, que en mi opinión, no está lo suficiente valorada.



jueves, 13 de junio de 2013

Capítulo 2 (segunda parte)

¡Buenas mis querid@s lectores/as! :)
¿Qué tal os va?
Al fin os traigo la primera parte del capítulo dos. No es nada del otro mundo, pero bueno, es algo esencial en la historia que, aunque parezcan cosas insignificantes y tontas, más adelante le darán un sentido a la historia.
Ahí va el capítulo:

CAPÍTULO 2, PRIMERA PARTE
Cerré el libro y lo añadí a la torre de los ya leídos. ¿Cuántos llevaba ya? ¿Diez? ¿Once? Llevaba desde la hora del almuerzo encerrada en la biblioteca, leyendo libro tras libro con el objetivo de encontrar alguno que tuviera una descripción que se adaptara a la de la pluma.
Sí, había pasado una semana, y aún seguía obsesionada con aquella pluma de peculiar color que había encontrado en el bosque. ¿Cómo era posible que no la hubiera encontrado en ningún libro de aves? Recordaba perfectamente haberme leído la sección de aves en cada uno de los libros, ninguna de las definiciones se adaptaba a la de mi pluma.
'' ¿No se te había ocurrido que quizás aquella pluma no fuera de un ave?'' está idea vino a mi mente y pegué un brinco, sorprendida.
¿Cómo no lo había pensado antes? Aunque...Es algo imposible, si esa pluma no pertenece a un ave, ¿de dónde ha salido? ¿Porqué presenta ese resplandor tan extraño?
Masajeé mis sienes. Me dolía la cabeza, llevaba tres horas en la biblioteca y ni si quiera había comido. Me rugía el estómago.
De repente oí un ruído proveniente de la puerta de la biblioteca, alcé la mirada, para ver quien entraba y, ahí estaba él, con esa hermosa mirada de ojos azules, perdida en las estanterías llenas de libros, llevaba en la mano un pergamino y una pluma.
''Seguro que va a dibujar''pensé sonriendo tontamente.
Él se sentó en una mesa, en la esquina de la biblioteca. Se apartó el pelo de la cara y, entonces me miró. Sus ojos azules clavados en los míos. Pero entonces, su mirada se detuvo en la pluma que tenía encima de la mesa, aquella sobre la que estaba investigando. Sus ojos se abrieron en forma de sorpresa. Eso me hizo pensar que él sabía que era esa pluma. Algo que estaba claro, es que no era una normal y corriente, solo con ver la cara que había puesto al verla me hizo entender que tenía algo especial, algo que yo desconocía.
La curiosidad se apoderó de mi ser. Incluso pensé, en preguntarle directamente a Erick, aunque, descarté esa idea de inmediato, tenía la corazonada de que él no me respondería. Este, después de pegarle una larga mirada a la pluma, continuó con lo suyo.
Solté un largo suspiro y cerré el libro. Mi cabeza explotaría si no paraba de leer. Dejé la torre de libros que había cogido en su sitio y salí de la biblioteca, apretando con fuerza la pluma en mis manos.
Sentí unos pasos a mis espaldas.
-Lena.- una voz masculina me llamaba.
Me giré con la esperanza de que fuera Erick, pero resultó ser Chrisitian. No pude evitar sentirme algo decepcionada.
-Hola.- le saludé tímidamente.
Él me sonrió mostrando aquellos hermosos dientes y se colocó a mi lado.
-Llevo buscándote toda la mañana.- comentó mientras metía las manos en los bolsillos de sus pantalones.- ¿Te apetece dar un paseo?
Realmente no tenía ganas de hacer nada. Estaba hambrienta y me dolía la cabeza. Pero aún así, asentí con la cabeza, dando mi aprobación.
Me guió hasta fuera de la academia y empezamos a bordear el lago.
-Nunca había estado en esta parte de la academia.- comenté mientras miraba como una pequeña ardilla escalaba un árbol.
-Es de mis favoritas.- dijo, mientras se sentaba en la orilla del lago.
Me senté a su lado, algo incómoda, ya que no sabía que hacer ni a donde mirar.
Sentí su mirada de ojos color miel clavados en los míos.
-Lena...-me giré, para mirarle.- ¿Alguna vez te han dicho que tienes los ojos muy bonitos?
Me froté las manos algo nerviosa.
-Son raros... Verdes con manchas amarillas.- bajé la mirada al suelo.
Él se acercó a mi un poco más. Empezaba a sentirme muy incómoda.
'' Que no haga lo que pienso que va ha hacer, por favor.'' pensé mientras miraba una piedra en el suelo.
Inexplicablemente, esa piedra se levantó del suelo y fue hacia la cara de Christian, quien estaba a escasos centímetros de mi.
-¡Dios mío!- exclamé mientras me acercaba a ayudarle.- ¿Estás bien?
Este se sujetó la nariz, cual estaba sangrando.
-¿De dónde ha salido esa piedra?- me preguntó mientras se ponía en pie.
-Probablemente habrá caído del árbol.- mentí.
Él asintió con la cabeza.
-Deberíamos ir a la enfermería, a que te miren esa nariz.- dije, deseando salir de ahí.
Él al principio protestó, enfadado de no poder continuar nuestro paseo, pero finalmente lo convencí para que fuera.

- Y entonces la piedra que estaba en el suelo se levantó y se lanzó contra tu hermano.- le terminé de explicar a Naomi.- ¿Es eso normal?
-No mucho, la verdad...- dijo ella, pensativa. Alzó la cabeza para mirarme.- Lena... ¿Estás segura de lo que viste?
Alcé una ceja.- Claro que estoy segura. ¿Insinuas que tengo alucinaciones o algo?
Ambas estábamos en la sala de estar de la academia, sentadas en unas butacas de terciopelo rojo. La sala estaba repleta de grupos de estudiantes, que parloteaban sin parar sobre lo que habían hecho en el día o de empalagosas parejas, que se sentaban en los sillones apartados y se susurraban cosas al oído mientras se besaban apasionadamente. La gran chimenea estaba encendida, lo que hacía que la sala adquiriera una temperatura cálida, algo que se agradecía, ya que el invierno allí era muy frío.
Naomi soltó una carcajada.- A ver... No digo que estés loca...Pero, reconoce que es muy raro que una piedra se eleve del suelo sin más...-
-Ya, lo sé...- resoplé- Si fuera algo normal no te lo habría contado.
Naomi se agachó y cogió su taza de té, la cual tenía apoyada en una pequeña mesa, que estaba frente a nosotras. Pegó un pequeño sorbo y me miró, fijando sus grandes ojos marrones en los míos.
De repente pegó un brinco, como si se acabara de acordar de algo.
Se dió una palmada en la frente, mientras posaba su taza de té, de nuevo, sobre la mesa.
-¡Se me olvidó decírtelo! En la clase de historia, a la cual tu faltaste.- las últimas palabras las dijo con dureza, mientras me fulminaba con la mirada.
-Estaba investigando sobre la pluma.- me excusé.
Esta se aclaró la garganta y prosiguió.- Bueno, lo que decía, que en clase de historia, la profesora anunció que mañana haríamos una salida todos los estudiantes. Visitaremos el pueblecito este que está aquí al lado...¿Cómo se llamaba?- frunció el ceño, mientras hacía un esfuerzo para recordar el nombre.- Bueno, ¡da igual! El caso es que vamos a salir.
-Ah... Que bien.- dije, carente de emoción.
Naomi me dio una palmada en el brazo.- ¡Cómo se nota que nunca has estado de excursión allí! El camarero de la caberna... ¡Menudo bombón! Tendrías que verlo, tiene unos bíceps enormes y...- empezó a decir ella, pero yo prácticamente no la escuchaba, Erick acababa de entrar en la sala y tenía toda mi atención puesta en él.
Se sentó en una butaca alejada de los demás estudiantes y sacó un libro de su bolsa. Comenzó a leer haciendo que un mechón de su cabello se posara en sus ojos, este enseguida lo apartó, de esa manera que tanto me gustaba. Se veía hermoso a la luz de la ténue chimenea.
-Aunque veo que no me estás escuchando. Estás demasiado ocupada observando a Erick, ¿verdad?- dijo Naomi, cruzándose de brazos.
Me giré, algo distraída.
-¿Qué? Yo... Sí que te estaba escuchando.-
Naomi sonrío con picardía.- ¿A sí? ¿Cómo se llama el camarero del que te estaba hablando?
-Pues... No sé... Algo con r, ¿verdad? Richard... Ronald... ¡Roberto!-
dije, diciendo lo primero que se me pasaba por la cabeza.
Naomi soltó un suspiro.- Se llama Edward.-
-Bueno...Es...Parecido al que yo decía...-balbuceé.
-Pues no sé que parecido ves tú entre Roberto y Edward.- soltó una pequeña carcajada- No hace falta que disimules. Me he dado cuenta de que miras a Erick más de la cuenta.
-¡Yo no hago eso!- protesté, cruzándome de brazos.
-Oh vamos...Lena...Ambas sabemos que sí que lo haces.-
Y lo peor de todo, es que yo sabía que ella tenía razón.
Un sentimiento de culpabilidad rondaba por mi cabeza desde hacía unos días, una parte de mi sentía que lo estaba defraudando, a él. A mi Jack... ¿Tan rápido estaba sustituyéndole por otra persona?
Daría lo que fuera porque él volviera, por sentir de nuevo, sus ojos verdes, su aliento en mi cuello y, poder ver esa hermosa sonrisa que tan loca me volvía. Él no merecía morir. Y menos, de esa manera, con una flecha atravesándole el corazón, una flecha, a la cual yo estaba destinada.
Y aún así, después de lo que él había hecho por mi, mis pensamientos estaban en otra persona, un chico de ojos azules al que apenas conocía, ¿de verdad estaba olvidándome tan rápido de Jack?
Recordar todo esto de golpe, me hizo derramar una pequeña lágrima.
Naomi me miró, asustada.- Lena... ¿Estás bien?- se puso a mi lado y me dio un pequeño abrazo- ¿Dije algo qué te molestara?
Negué con la cabeza. Le di las gracias por el abrazo y me sequé las lágrimas con la falda del vestido. Seguidamente me levanté de la butaca y me dispuse a salir de la sala. Y entonces lo sentí, su mirada, él me estaba mirando, Erick.
Corrí por los pasillos, buscando mi habitación. Las lágrimas caían por mis mejillas como pequeños riachuelos de agua sin fin. A mi mente llegaban recuerdos oscuros, sobre aquella noche. La noche en que asesinaron a Jack. A pesar del tiempo que había pasado, aun sentía en el pecho aquella sensación de terror y agustia. Sus últimas palabras retumbaban en cada uno de los rincones de mi cabeza: ''siempre estaré contigo''.
Sonreí con nostalgia, ''ojalá eso fuera cierto'', pensé, mientras buscaba en mis bolsillos, la llave de mi habitación.
Me paré frente a la puerta y empecé ha hacer girar la llave, cuando ya la había abierto, sentí una sombra a mis espaldas. Me giré, aún con los ojos llorosos, y, fue grande mi sorpresa, al ver al mismísimo Erick detrás mía.
Él me miró, serio, clavando sus ojos azules en los míos.
-¿Estás bien?- me preguntó, en tono preocupado.
Yo tardé unos instantes en responder, aun no me hacía a la idea de que estuviera hablando con él. Balbuceé unas palabras incomprensibles hasta que, decidí responder con un asentimiento de cabeza.
Él no pareció conforme ante mi respuesta y se cruzó de brazos, tensando los músculos de sus brazos.
-Entonces, ¿por qué lloras?- esto último lo dijo en un tono tan dulce, que me cogió por sorpresa.
Desvié la mirada al suelo, mientras notaba como mis mejillas se sonrojaban levemente.
-No es nada...-murmuré.
Otra pequeña lágrima resbaló por mis mejillas, me apresuré a secármela con la tela de mi falda. Él se acercó a mi y posó la llema de sus dedos sobre mi mejilla, secándo mis lágrimas. Pero, en seguida, se apartó bruscamente, y sin siquiera despedirse, se fue, dejándome sola en medio del pasillo, frente a la puerta de mi habitación.

Entré y me dejé caer en mi cama. Toqué con mi mano la parte en la que él me había acariciado. Justo en la mejilla derecha. Aún podía sentir aquel hormigueante cosquilleo, sus dedos rozando mi piel. Me estremecí solo de pensarlo. Me pasé unos instantes pensando en todo lo ocurrido, hasta que, finalmente caí dormida.

Sé que este capítulo es algo corto comparado con el anterior, pero es lo máximo que he podido hacer, últimamente no tengo mucho tiempo para escribir por lo que aprovecho cada hueco para adelantar algo de la novela.
En fin, ¿qué os ha parecido?
Y ahora, para despedirme, os dejo una canción de MattyBRaps y Arthur Maslow. 



sábado, 8 de junio de 2013

Capítulo 1, segunda parte

¡Buenas queridas lectoras!
¿Qué tal os va?
En fin, ya os traigo la segunda parte del primer capítulo. Estoy muy contenta, porque la primera a recibido muy buenos comentarios tanto por los lectores de tuenti, como por los de blogger. :) 
Me hace feliz que la gente sepa valorar el empeño que le pongo a esta novela. Por eso, ¡muchas gracias! 

A lo lejos, vi como una chica se acercaba a nosotros.
-¿Ya estás ligando otra vez Chris?- dijo en tono burlón haciendo que el chico se diera la vuelta.
Al ver a la chica de cerca, me di cuenta de que se parecía mucho a Christian. Ambos tenían en pelo del mismo color y la misma forma de la cara. Respecto a los ojos, ella los tenía marrones, mientras que los de Christian presentaban un precioso color miel.
El chico puso los ojos en blanco.- Ya está aquí...-murmuró.
-Quita del medio idiota.- le dio un empujón al chico y se colocó frente a mí.
-Emm...Hola.- saludé.
-¡Hola! Me llamo Naomi un placer conocerte.- me dio dos besos en la mejilla como saludo- Eres nueva, ¿verdad?
Asentí con la cabeza como respuesta.
-¡Genial!- dijo, dedicándome una amplia sonrisa.- ¿Te hizo algo el idiota de mi hermano?- dijo, señalándolo acusadoramente con el dedo.
-No, solo me guió hasta mi habitación.-
-Naomi, hablas como si fuera una especie de asesino psicópata o algo por el estilo.- protestó el chico cruzándose de brazos.
-No lo preguntaba por eso, conozco tu gran atracción hacia las mujeres, ¡por eso temía porque le hubieras hecho algo a la pobre chica!-
Christian soltó una carcajada.- Soy un hombre, ¿qué quieres?- seguidamente la miró, alzando una ceja.- Y que precisamente lo digas tú, que te pasas el día persiguiendo a hombres diez años mayores que tú.
-¡Eh! ¡Qué eso solo lo hice una vez!- protestó Naomi, ruborizándose levemente.
-Emm... Yo creo que me voy a mi habitación.- dije tímidamente, mientras cogía mi equipaje y abría la puerta.
Pero ellos no parecieron darse cuenta de que me iba, seguían enzarzados en su interminable discusión.
Cerré la puerta tras de mi y dejé mi equipaje encima de la cama. Me paré un instante a contemplar la habitación. Era bastante amplia, y presentaba unos colores claros, que pegaban a la perfección con las paredes color marrón de los corredores. Justo al lado del escritorio, había un balcón, nada más verlo, no pude evitar asomarme para ver las vistas. Me apoyé en la barandilla y contemplé el lago, pensativa.
De repente alguien comenzó a golpear la puerta de mi habitación. Solté un suspiro y recé por que no fuera mi padre,no tenía ganas de que me soltara uno de sus sermones.
Abrí la puerta y me encontré con un hombre de avanzada edad, de ojos claros y larga barba.
-¿Señorita Rodrilson?- preguntó el hombre leyendo el pergamino que tenía en sus manos.
Asentí con la cabeza como respuesta.
-Bien.-enrolló el pergamino.- Sígame. Voy a guiarla hacia su clase.
El hombre salió por la puerta y yo lo seguí tímidamente.
Todos los estudiantes me miraban al pasar, probablemente por el hecho de que era nueva.
Finalmente, nos paramos frente a una puerta. El hombre tocó varias veces y, seguidamente, se despidió de mí. Una mujer de afables rasgos me abrió. Nada más verme, me dedicó una amplia sonrisa y me invitó a pasar a la clase.
Me colocó en el centro de todas las miradas de los estudiantes y empezó a presentarme ante todos. Aunque yo prácticamente no la escuchaba, mi atención estaba puesta en aquel chico de ojos azules con el que me había chocado por la mañana. Antes, no había podido admirar sus hermosos rasgos, que brillaban con intensidad a causa del reflejo de los rallos de sol que se colaban por la ventana. Tomaba apuntes en su pergamino, haciendo que sus músculos se tensaran.
-Lena, ¿me está escuchando?- me preguntó la profesora, haciendo que volviera a la realidad.
-Emm... A sí...Sí... ¿Qué decía?- tartamudeé tímidamente, mientras me aplastaba el vestido con las manos.
La profesora soltó un suspiro.- Puede tomar asiento, detrás de Erick.- señaló al atractivo joven de ojos azules.
Asentí con la cabeza y me senté en mi pupitre, ante la atenta mirada de los estudiantes, que me contemplaban con curiosidad.
-Bien, comencemos la clase.- dijo la profesora, mientras sonreía dulcemente.
Apoyé la cabeza en las manos e hice como que atendía en clase, aunque, lo que hacía realmente era observar a aquel atractivo joven que tenía delante.
''¿Pero que estás haciendo? ¿Tan pronto te has olvidado de Jack?''susurró una vocecita en mi cabeza.
Me sentí avergonzada, aquella voz tenía razón, ¿qué tenía aquel chico que me atraía tanto?
-Y así fue como nuestros reyes ganaron la primera guerra.- finalizó la profesora.- Tenéis que escribid una redacción de 500 palabras explicando las causas principales de la guerra. Para el viernes.- plegó su pergamino, dando por finalizada la clase.
Solté un suspiro y recogí mis pergaminos y tintero.
-¡Hola!-dijo una voz a mis espaldas.
Me giré y me encontré con Naomi, quien me dedicaba una amplia sonrisa.
-Hola.- le devolví el saludo- Oye... Aún ando algo perdida con esto, ¿sabes dónde es la siguiente clase?
Ella se colocó a mi lado y sacó una hoja de su bolsa.
-Mmm... Nos toca arte, con el profesor Vernan.- dijo, mientras guardaba la hoja en su bolsa- Sígueme y te enseño donde está la clase.
Le dediqué una tímida sonrisa y murmuré un prácticamente inentendible ''gracias''.
Después de pasar un par de corredores llegamos al aula de arte. La sala era enorme. Las paredes presentaban numerosas obras de arte enmarcadas en marcos bañados en oro. Me sorprendí al comprobar que, el suelo de la clase, era una aterciopelada alfombra roja. No podía evitar mirarlo todo con aparente emoción. A pesar de no ser muy dotada en las artes, me encantaba contemplar las maravillosas obras que pintaba la gente, me recordaban a mi abuelo, quien amaba pintar.
-Esta clase es...Hermosa.- comenté fascinada mientras contemplaba un enorme cuadro que representaba a un hombre montado a caballo.
Pude notar como Naomi, a mi lado, sonreía.
-Aún te queda ver lo más hermoso de esta clase.-
Me giré y la miré con curiosidad.
-¿Ves esa preciosidad?- señaló a Erick, con disimulo.
Asentí con la cabeza, ¡y tanto que lo veía! ¡Llevaba toda la clase haciéndolo!
-Verás, ese chico, pinta como los ángeles.-
Oí un exagerado suspiro a mis espaldas. Naomi y yo nos giramos prácticamente a la vez.
-A, eres tú.- dijo Naomi carente de emoción mientras rodaba los ojos al ver a su hermano.
Este se sentó en el borde de una de las mesas.
-¿Ya estás hablando otra vez de ''tú ángel''?- dijo poniendo un toque de sarcasmo en las dos últimas palabras.
-Piérdete.- murmuró Naomi bruscamente.
-No entiendo porque estás tan encaprichada con él. Nunca habla con nadie y en las clases se dedica a garabatear en su pergamino. Además, hay gente que asegura haberlo visto salir de su habitación después del toque de queda-
- Eres un idiota egocéntrico que no puede aceptar que haya alguien más atractivo que él en clase.- contestó Naomi, cruzándose de brazos como retándole a responder.
Su hermano la ignoró por completo y se dirigió hacia mí, dedicándome una seductora sonrisa.
-¿Cómo te va Lena?- me guiñó un ojo y, antes de que pudiera contestarle, se marchó con un grupo de amigos que le llamaban.
-Es un capullo.- gruñó Naomi mientras se sentaba en una mesa de asiento doble.
Me senté a su lado. De repente la puerta se abrió y apareció un profesor, bastante joven respecto a los demás que había conocido en la academia. Rondaría los treinta y pocos. Se ajustó la corbata con torpeza y se sentó en su escritorio.
-Perdonar el retraso, estaba en una reunión y...- empezó a decir mientras esparcía sus materiales de dibujo por la mesa.-¡Va! ¿A quién voy a engañar? Estaba jugando al parchís con un profesor y perdí la noción del tiempo.
La clase soltó una pequeña carcajada ante el tono humorístico del profesor. Este se incorporó de golpe y se arremangó las mangas de su camisa.
-Bueno, dejémonos de bromas, ahora hay que empezar a trabajar.-dijo mientras se aflojaba la corbata- Sacad vuestros materiales de dibujo y continuad por donde os quedasteis en la última clase.
Todos los estudiantes siguieron las indicaciones del profesor. Yo me quedé algo perdida, ya que no sabía lo que tenía que hacer. Levanté la mano tímidamente. El profesor se acercó a mi sonriente.
-Déjame adivinar, eres nueva, ¿verdad?-
Asentí con la cabeza como respuesta.
-Bien, estamos haciendo un proyecto en el que cada uno, realiza la pintura que desea. Hay quienes se inspiran en obras ya existentes y, quienes dejan fluir su imaginación.- dijo, mientras hacía un gesto con la mano para que le siguiera.- Voy a mostrarte un ejemplo.
Seguí al profesor hasta que se paró en la mesa de Erick, quien parecía estar muy concentrado en su dibujo. Me quedé embobada contemplando la exactitud de sus trazos finos y limpios, estaba dibujando un hermoso paisaje y a una chica, sentada en un banco con un largo vestido.
-Es increíble.- dije mientras contemplaba cada uno de los movimientos de Erick en el papel.
El profesor, a mi lado, esbozó una sonrisa.
-Tiene...Una forma particular de mezclar los colores, hace que el dibujo adquiera un tono dulce y soñador.- dije, casi sin pensarlo. -Y el rostro de la chica, sus rasgos... Son tan realistas. Me gusta la postura en la que la ha dibujado, parece relajada, pero a la vez tensa, como si estuviese expuesta a algún tipo de peligro.
Erick alzó la cabeza y me miró, sorprendido. Sus intensos ojos azules estaban clavados en los míos. Abrió la boca durante unos segundos, como si fuera a decir algo, pero pareció cambiar de idea ya que la cerró y siguió trabajando en su dibujo.
El profesor esbozó una gran sonrisa.
-Parece que entiendes de esto, ¿no me digas que tenemos otra artista en la clase?- dijo mientras me guiñaba un ojo.
Me sonrojé levemente.- No es eso...Yo...Me gusta el arte, pero no soy buena dibujando...-
El profesor se dirigió hacia su escritorio y rebuscó en sus cajones. Finalmente, se reunió conmigo de nuevo.
-Ten.- dijo mientras me daba un enorme pergamino y pinturas pastel.- Puedes usar este material para hacer tu dibujo hasta que consigas el tuyo propio.
Le sonreí y le di las gracias. Volví a mi asiento, justo al lado de Naomi.
-¿Ya te estaba enseñando Vernan el dibujo de Erick?- me preguntó mientras coloreaba sin mucho entusiasmo su extraño dibujo.
Asentí con la cabeza como respuesta.
-Siempre lo pone de ejemplo para los nuevos.- dijo mientras apoyaba la cabeza entre sus manos y observaba a Erick de lejos.- Aunque no me extraña...Es increíble como dibuja.
Al cabo de unos minutos, el profesor anunció que la clase había terminado. Segun Naomi, ahora, teníamos una hora de descanso para almorzar, antes de la siguiente clase.
Salimos al jardín de la academia, y allí, nos acomodamos en una de las mesas.
-Lena...-alcé la cabeza, para mirar a Naomi- ¿Tú crees que lo que dijo mi hermano de Erick es verdad? Ya sabes, lo de que sale de su habitación después del toque de queda.
Me quedé unos instantes en silencio, mientras aquella idea revoloteaba por mi cabeza, sí, yo también tenía curiosidad en saber si eso era cierto, aunque me negara a admitirlo.
-Pues...No lo sé...¿A qué viene esa pregunta?-
-Es solo que... Es...Raro, siempre va solo, en cierto modo, me da algo de pena.- dijo Naomi, mientras le daba un mordisco a su trozo de carne.
-Quizás le guste estar solo...- dije, aunque realmente, no pensaba que fuera así.
-Por dios Lena, ¡a nadie le gusta estar solo!- protestó Naomi.
De repente, abrió los ojos como platos y me miró, sonriente.
-Mmm... ¿Estás pensando lo mismo que yo?- dijo, aún con esa siniestra sonrisa en la cara.
-¿Qué estás tramando?- le pregunté.
-Tú y yo. Después del toque de queda, siguiendo a Erick, para ver a donde va. ¿Qué opinas?-
Aunque una parte de mi tenía muchas ganas de hacerlo, me negué profundamente.
-Oh vamos... ¿Porqué no? - dijo poniéndome morritos.- Reconoce que tú también tienes curiosidad por saber a donde va.
Volví a negar con la cabeza y me crucé de brazos.
-Pooooooorfa.-
-No.-
-Pooooooorfa. Y... ¡Haré lo que quieras!-
-Ya te he dicho que no, no voy a cambiar de opinión.-
Unas horas después...
-Te odio... Mi primer día y ya voy a saltarme el toque de queda.- dije frunciendo el ceño.
Naomi soltó una pequeña risa.
-Será rápido, te lo prometo. Es solo ver a donde va e irnos.-
Rodé los ojos y la seguí, a través de los oscuros corredores. A lo lejos oí unos pasos y seguidamente, deslumbré una ténue sombra de una persona. Tuve una corazonada y, a pesar de no estar lo suficiente cerca como para ver sus hermosos rasgos, supe que era él.
-Está allí.- susurré, para que solo Naomi me oyera.
Ella me miró, con la duda pintada en su cara.
-¿Estás segura? Podría ser cualquiera, desde aquí no se ve muy bien.-
Asentí con la cabeza.
Ella dudó, durante unos instantes, pero al final, pareció fiarse de mi y juntas, seguimos a aquella sombra.
Salimos fuera de la academia. Allí, la luna brillaba con fuerza y, Naomi, pudo comprobar que, en efecto, la persona a la que perseguíamos era Erick. Le seguimos hasta llegar a la entrada del bosque. Naomi se detuvo, asustada.
-¿Qué te pasa?-
Esta se frotó las manos con nerviosismo y contemplo asustada, la espesura del oscuro bosque.
-Yo... Es peligroso, no creo que debamos cruzar el bosque.-
Solté un suspiro.- O sea, ¿me has hecho venir aquí para nada? ¿Es que no quieres saber a dónde va?
Ella me miró con una sonrisa traviesa.
-¡Ajá! Entonces al fin reconoces que a ti también te interesa a donde va este chico, ¿eeh?- dijo alzando una ceja.
-Simplemente tengo curiosidad, nada más.-
Naomi tomó aire y contempló una vez más la entrada al bosque.
-Está bien, entremos. Pero salgamos cuanto antes, no me gusta nada este sitio.-
Asentí con la cabeza y sonreí, era graciosa la forma en la que Naomi temblaba, hacía que su cabello dorado lleno de rizos se moviera.
Seguimos a la sombra en silencio, el bosque cada vez se hacía más y más oscuro. Sentía como Naomi se agarraba al pliegue de la falda de mi vestido, sus manos sudaban. Entonces, a lo lejos, vi una despanpanante luz blanca, fui corriendo al lugar del que provenía, con Naomi siguiéndome los pasos. Cuando llegué, no había nada, absolutamente nada y, por si fuera poco, le habíamos perdido el rastro a Erick.
-¿De dónde salió aquella luz?- me pregunté a mi misma echando un vistazo en el bosque.
Naomi me tiró del vestido.
-Lena... Vayámonos de aquí, esto empieza a asustarme.- dijo, con voz temblorosa.
Entonces vi algo, una brillante pluma en el suelo, no tenía un color concreto, era diferente a cualquiera que hubiera visto nunca.
-Espera.- fui corriendo hasta el lugar en el que estaba aquella pluma y la cogí.
Me reuní con Naomi.
-Vamos.-
Y juntas, recorrimos el camino de regreso, hasta la academia.

Mis lectoras!
¿Qué os pareció esta segunda parte? Ya lo sé, me quedo extremadamente larga, tod@s l@s que os hay@is leído esto os merecéis un premio, sin duda :P
Pronto subiré la primera parte del capítulo dos,
¡Besos!

-We can't stop, Miley Cyrus
Echaba de menos a Miley, increíble canción.

SoñadoraSinFronteras